Texto y selección de Daiana Henderson
Dibujos de Eva Costello
La categoría “generación” es una simplificación analítica, como si la mera coexistencia determinara los modos de transitar una época, sin contradicciones. Quizás más atinada sea, en este caso, la palabra “grupalidad”. A principios de los 2010, un conjunto de chicxs de distintos puntos de hispanoamérica compartían textos en grupos de Facebook o Tumblrs. El grupo, que duró muy poco, se llamó Los perros románticos, en homenaje a Roberto Bolaño, y fue un desprendimiento de un movimiento más conocido pero igual de fugaz surgido en EEUU bajo el nombre de alt lit. Influenciada por sus amigxs de momento virtuales y sus referentes angloparlantes, Caterina Scicchittano (Mar del Plata, 1992) encontró en la red su primer lugar de interlocución, donde sus palabras hicieron eco y fueron intercambiadas por otras provenientes de otras geografías en un idioma común, tendiente al neutro.
Algunos de estos chicxs publicaron su primer libro por propuesta de editoriales independientes que reunieron textos originalmente insertos en internet. El momento “segundo libro” es complicado para lxs poetas, la mayoría falla dando un salto carente de elegancia por intentar repetir la gracia del movimiento original. “¡Ya le volví a agarrar la mano a escribir!” escribe Caterina en su nuevo libro, donde conviven las influencias iniciales que moldearon para siempre su versificación con una espacialidad más concreta, aunque no necesariamente autorreferencial. “Yo ya no me abro más, entiéndalo. / No me crean nada de lo que digo” advierte al principio, alejando al “yo” que se pronuncia en los poemas tanto del lirismo (según el cual la poesía es la expresión de los sentimientos de quien escribe) como de la ironía o el sarcasmo con el que otrxs intentan salirse de la encerrona confesional.
Ni Europa ni Nueva York —el título de este libro, publicado por Mansalva— se hace cargo de la precariedad laboral de su época y de la diáspora de amigos que emigran a Berlín, a Costa Rica, a Sevilla o a Sydney. “Huir de Latinoamérica sería renunciar al amor”, declara, pero rechazando todo romanticismo: “Necesito seguir en este país para ver / en qué culmina esta violencia.”
Hoy iba caminando y escuchaba una canción
y estaba triste,
entonces dije:
“¿Por qué? ¡Adiós tristeza!”
Y se me desprendió una lágrima azul del pecho
que me sonreía.
Me decía: “¡Adiós!” y le dije
“¿A dónde vas, te veré pronto?”
Y oí que silbaba algo a lo lejos…
“Camino a la periferia, donde los poetas
sí saben cómo hay que hablar de mí.”
No salgas con un poeta
te van a robar la plata que guardas en latas
a agotar la paciencia
con sus preguntas amorfas de palabrerío golondrino.
Godard etc. (Jean-Luc)
a llorar cuando sus madres caigan muertas
vos ahí dándoles palmaditas
y en el peor de los casos la teta
salí mejor con un abogado ellos sí tienen dinero
y tienen las cosas claras
no buscan hacer justicia.
¿Estoy exagerando? Sí, pero con razón.
Huir de Latinoamérica sería renunciar al amor.
Yo quiero quedarme acá.
Necesito seguir en este país para ver
en qué culmina esta violencia.
Vos no lo entenderías.
¿Abrirme para qué?
¿Para que después me cierren? Jamás.
Yo quiero estar sellada que me destornillen los que vengan.
Encuentren oro
toma su tiempo
yo ya no me abro más, entiéndalo.
No me crean nada de lo que digo.
Les pido perdón que no pueda escribir poemas de flores
o alegorías al vacío,
yo estoy trabajando en una oficina hasta las 10
y no hago cortado.
Si pudiera trabajar de caminante
y mi oficio fuera andar divagando hasta las 6
aun así no escribiría de flores o vacíos o cuerpos deprimidos
tal vez contaría los chicles del suelo
tal vez las monedas
tal vez las propagandas de rubias naturales
cada vez que leo esos afiches pienso
¿en qué están pensando los que escriben poemas de flores?
¿En dónde están las plantas?
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