La familia como campo de batalla

Entrevista a Virginia Ducler por su novela "Solo soy uno que llora"

LITERATURA
24 de julio de 2022

Por Bernardo Maison

“A esta novela la vengo craneando desde los 20 años. Me llevó muchos años y con interrupciones. Había escrito algunos cuentos nada más, había ganado un par de concursos, era muy chica. Y a partir de un hecho que tiene que ver con mi abuelo, que era italiano, yo decía: algún día voy a escribir una novela familiar”.

Virginia Ducler (Rosario, 1967) habla de “Solo soy uno que llora”, su última novela publicada por UNR Editora dentro de la colección Confingere y cuyo título fue extraído de La Divina Comedia. En el Canto VIII del Infierno, Dante escucha un llanto y al preguntar quién es le responden eso: “Solo soy uno que llora”.

La autora de “Cuaderno de V” (Mansalva, 2019), “El Sol” (Casagrande, 2016) y “Los zapatos del ahorcado” (Ediciones Revólver, Barcelona, 2015) cuenta que para esta ficción tomó nuevamente elementos de lo familiar. “Es lo que tengo más a mano, es lo que hago siempre. He hecho ficción pura… aunque no existe la ficción pura, porque siempre me baso en algunos personajes que vi”.

¿Creés que no existe la ficción pura en tu literatura o en general?

Yo creo que no existe. No. Toda ficción es autobiográfica y toda autobiografía es ficción. El tema es ¿Dónde está el borde? ¿Dónde está el límite? ¿Cuánto de vida real tiene que haber y cuánto de ficción? ¿Y hasta qué punto es posible narrar la vida? Porque son registros distintos la vida y la literatura. Pasar de la vida a la literatura.

***

La trama de “Solo soy uno que llora” transcurre durante un domingo de diciembre en una quinta de Roldan. Allí dos ramas de una familia enfrentadas por cuestiones de herencia vuelven a juntarse al filo del año. El calor agobiante del día ofrece una imagen de presente aletargado, pero entre conversaciones coloquiales y movimientos alrededor de la mesa y la pileta, el pasado se va filtrando de varias maneras: a Noelia, la protagonista de la historia, su amiga Marita le robó el diario íntimo y todos sus secretos fueron a parar al resto de la familia. En esas hojas están también las transcripciones de las charlas que Noelia mantenía con su abuelo ya muerto, quien a los gritos recordaba su estadía en la primera guerra mundial cada vez que su nieta lo pedía —“Nono, ¿qué pasó en la batalla de Montelo?”—.

“Yo no sabía que existía la novela familiar como una tipología. Ya lo venía pensando pero no tenía las herramientas para hacerlo y cuando me puse a escribir fui descubriendo las herramientas. Quería escribir una novela que abarque varias generaciones pero eso no me salió. Aunque se la puede llamar novela familiar porque transcurre dentro de una familia y todas las tensiones se dan entre esos vínculos”, cuenta Ducler.

“Están todo el tiempo moviéndose en ese espacio que termina siendo un campo de batalla. Justamente el discurso del nono aparece intercalado hablando de una batalla. Hay una correspondencia con eso. Se van moviendo como piezas de un tablero de ajedrez, los personajes van cambiando de lugares. Hay dos niveles diferentes de violencia: el de la familia y el que cuenta el abuelo de la guerra”.

¿Tu abuelo combatió en la Primera Guerra Mundial?

No combatió, según él tenía 14 años y limpiaba cañones, siempre mencionaba la batalla de Montello. Cuando estaba perdido, ensimismado, yo le preguntaba ¿Nono qué pasó en la Batalla de Montello?, era lo único que lo hacía reaccionar. Empezaba a gritar “¡no se conmemora nunca!”. Descubrí que esa batalla que él creía que no se conmemoraba nunca es la segunda parte de la batalla de Caporetto.

***

Hay mucho dialogo en la novela en torno al diario que Marita le roba a su amiga Noelia. Ese elemento parece soterrado pero después va emergiendo hasta que en algún momento pareciera que la protagonista se cansa y dice “bueno, vamos a hablar del diario”. Se sentía avergonzada.

Estaba muy expuesta, sin piel, ella sabía que todos habían leído su diario íntimo y nadie decía nada. Todos sabían pero no se podía hablar. Esos silencios de la familia.

Lo que pasa con el Diario de Noelia actúa como metáfora de esos silencios de tantas familias, lo que no se habla, lo que no se dice. No recuerdo bien en qué libro alguien definía a la familia en esos contextos como el polo tóxico.

Virginia Giacosa (periodista) hizo una nota sobre esta novela y empieza con una cita de Fabián Casas, un verso que yo no conocía que dice algo así como que cuando empieza la descomposición es cuando empieza la familia. (NdR: “Parece una ley: todo lo que se pudre forma una familia”, del poema Hace algún tiempo). Y a propósito de eso, en la entrevista hablo de lo pegajoso de lo familiar, por eso son vínculos sanguíneos. En la novela hay comentarios insidiosos todo el tiempo entre ellos. 

Mucho bullying, en sociedad analizamos el bullying en la escuela pero por lo general la familia es el ámbito del bullying. En la novela se tratan mal pero los hacen pasar como chistes cotidianos.

Y aparte está naturalizado el maltrato de la familia. Ahora si vos lo llevás a otro contexto decís “no es normal esto, que me trate así, ¿Por qué? ¿Por qué permito esto?” En la familia está permitido, se naturalizan ese tipo de abusos, abusos discursivos todo el tiempo. No en todas a lo mejor, pero en general sí. Además no es un elemento menor ese clima bochornoso, ese sopor. Se tiran latigazos siempre con segundas intenciones, de forma indirecta. Está muy trabajado eso también. Es una novela trabajada, escrita por capas. Fue dificilísimo.

¿Cómo fue trabajar esas capas de escritura?

Tuve varios archivos abiertos durante años. Me puse a estudiar la Primera Guerra Mundial y leí varios libros pero extraje aquellos datos curiosos que no están en los libros de historia, que no se enseñan en la escuela. Por ejemplo que los franceses no tenían palas. Tenían mucho armamento, era muy evolucionado su arsenal pero no tenían palas, o sea que no podían cavar trincheras y eso iba totalmente en contra.

Eso se lo vas haciendo decir al abuelo.

Claro, en realidad no grabé a mi abuelo ni me acuerdo lo que decía. Me acuerdo de poquitas cosas pero tuve que construir ese abuelo. Mi abuelo era un trabajador, un laburante que vino desde Italia sin nada y se armó una casita y puso una fábrica de escobas. Era escobero este abuelo italiano. Por el lado de mi papá son rusos y polacos y esa historia aparece en Cuaderno de V. Mi abuelo era escobero y no era culto, no leía. En cambio, el abuelo de la novela sí es culto porque lee La Divina Comedía y tiene cierta formación.

Otro tema es la relación entre las mujeres y los hombres de la casa, cómo se dividen las tareas. Ellos están alrededor del fuego y las mujeres se pelean para ver quién lava los platos. Eso es de otra época.

Ya es de otra época aunque todavía hay familias que siguen manteniendo esas costumbres. Pero sí, por lo menos en las parejas de mi generación yo no veo esa línea divisoria tan clara en las tareas. Aparte utilicé todos los tópicos de lo familiar, por ejemplo las mujeres... Eso también me llevó mucho tiempo, tomar nota de eso. La pelea de las mujeres por lavar los platos: “no, dejá, lavo yo, si a mí me gusta”. Mentira, a nadie le gusta eso.

Tiene muchos momentos de humor el libro. Despega para el humor después de diálogos picantes entre las mujeres más jóvenes.

A su vez, dentro de cada generación hay distintos tipos psicológicos si se quiere, porque hay dos hermanas, una medio hippie, la otra muy cheta. La que era una pintora frustrada. ¿Noelia era pintora? No me acuerdo.

Me parece que las dos pintaban…

Ahora me voy acordando porque yo nunca releo mis textos.

Es una familia grande. Se te pierden algunos datos aunque están bien definidos esos personajes.

Sí, están muy definidos pero yo sé que la manera correcta de hacerlo, por lo menos en cine y teatro, es construyendo una ficha de cada personaje con su biografía. Eso no lo hago porque me aburre, lo voy llenando a medida que empiezo a mover al personaje.

¿Cómo sería eso?

Lo voy llenando de características que están en mi cabeza sin hacer una ficha o una biografía de cada uno, porque me aburre mucho hacer eso. Pero en general es lo que se hace.

Cuando vas avanzando en la escritura de la novela, con tantos diálogos ¿Tenés que volver todo el tiempo para sostener la verosimilitud y no equivocarte con algo que ya contaste? ¿Corregís mucho?

Sí, tiene muchísima corrección esta novela. Mucha y de una manera que ya no practico. Antes imprimía todo, corregía en papel, pero ese papel lo leía muchísimas veces hasta ya casi sabérmelo de memoria, entonces ahí cambiaba cosas de lugar, quedaba todo escrito el papel y después pasaba las correcciones, volvía a imprimir. No imprimo más me doy cuenta. Me da pena derrochar tanto papel, porque primero escribía en cuadernos arte con espiral y después pasé a escribir mixto, computadora y papel. Y ahora papel casi no uso.

¿Y qué hacés? ¿Guardás mil archivos o reescribís el mismo?

No, esta novela fue escrita así, las otras no. Ahora estoy escribiendo otra cosa pero directamente en un solo cuerpo y ahí mismo voy trabajando y retrabajando. Pero el paso del papel a la computadora me costó un montón porque antes sentía que tenía que salir de mi mano la cosa, tenía que escribir de mi pulso, escribir así. Eso lo dice Saer ahora que me acuerdo. Él decía que escribía a mano porque es como si las palabras salieran de su mano, de su cuerpo. En realidad no es así.

¿Sería por la época? Después ya habrá escrito en computadora quizás. O por el tema de “la respiración…”

Viste que Saer escribía en papelitos, tenía todo en los bolsillos, desparramados. Pero Saer ni siquiera tenía mail.

¿Vos decís que condiciona el resultado el modo en que uno escribe? ¿Si uno elige la computadora, la máquina de escribir o el papel?

No, es cambiar de hábito porque yo soy muy rituálica para escribir, para todo en general, y eso de escribir en el cuaderno arte con una birome azul es como que no podía ser de otra manera. Y vestida de negro… Y no podía ser de otro modo

El ritual del escritor, de la escritora...

Claro, rituales que me fui generando con el tiempo. Me costó romper esos rituales porque en realidad se puede escribir en cualquier lado. Pero tiene muchísimo trabajo la novela, porque tenía un archivo con el discurso del abuelo, después el de la guerra, después fui suprimiendo lo de la guerra y dejando las cosas más curiosas. Después fui fusionando el discurso del abuelo con la guerra, después fui intercalando esas capas. Y todo transcurre en un día: un 28 de diciembre Y los diálogos. Para mí lo rico de esta novela está en los detalles de los diálogos. El diálogo me sale muy bien, no sé, es como que lo trabajé mucho.

¿Se capta con el oído? Hebe Uhart decía que había que tener buen oído y también lo han dicho algunos poetas.

Para escribir no solo hay que tener buen oído: es atención, mirar los detalles de lo que pasa en el mundo, ese ojo atento que incluye el oído. Es un ojo sensible que incluye todos los sentidos.

Para ver cómo hablan las personas, por ejemplo cómo hablan dos mujeres al lado de la pileta…

Exacto, pero hay que tener el oído atento, decir "a ver, cómo lo diría mi tía a esto". Si prestás atención lo escribís como lo diría tu tía. Puig era un maestro de eso.

¿Estás metida todo el día pensando, viviendo la literatura?

Hago muchas cosas, lo que pasa es que aprendí que es todo una sola cosa, no hay cortes entre una cosa y la otra. Si no fuera así no aparecerían momentos tan intrascendentes de la vida cotidiana en la literatura, es necesario vivir para hacer literatura. Dejo que aparezca un canal que no es la mente.

¿Qué no está regulado?

Dejo que aparezca eso, que surja. Intento no ser tan mental para escribir.

¿Y eso cómo sería?

Bueno, Cuaderno de V está escrito de una manera totalmente visceral, está escrita con los intestinos. Para esta novela necesité de mi inteligencia para generar la trama, para hacer esa trama tan compleja. De todos modos, no es totalmente mental tampoco.

¿Pero toda escritura no es mental en algún sentido? Porque está filtrada por cómo ordenás las palabras, que es un proceso mental.

Claro, ahí está la paradoja y eso es lo interesante. Cómo escapar al orden cronológico de la mente. Porque acá la sintaxis es formal. Cuando tenés que construir frases, ¿cómo escapar a eso? Sin embargo a Cuaderno de V la escribí en trance, es totalmente visceral. Iba recordando a medida que escribía.

Son otras búsquedas ¿No?, “Cuaderno de V” es muy diferente a ésta…

Es muy diferente, de todos modos hay cosas que se repiten en esta novela y en “Cuaderno de V” porque ya se estaba gestando. En realidad está bueno leerlas como una sola cosa.

¿A la par?

Primero a esta, porque primero escribí ésta y después “Cuaderno de V”. Bah…lean como quieran, qué sé yo…como quieran.

 

 

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