El ideal neoliberal es que cada uno se convierta en un empresario de sí mimo. El cuentapropismo y el emprendedorismo como un infierno encantador. El kirchnerismo entendió que a pesar del sostenido crecimiento industrial había límites en la generación de empleo genuino. Para los inempleables crónicos largó una batería de subsidios, desde la AUH, el PROGRESAR hasta el Plan Argentina Trabaja. El macrismo sostiene la política de subsidios aterrado ante posibles revueltas. Pero promete después de octubre poner las cosas en su lugar y ajustar el gasto. Los jóvenes padecen una paradoja de época: luchan por trabajos en blanco pero no pueden asegurar que quieren trabajar de lo mismo más que un rato.

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