Otras voces

¿HAY PROYECTOS ALTERNATIVOS ANTE LA CRISIS?

POLÍTICA
26 de agosto de 2018

#ClaúsulaGatillo, columna política de Juan Pablo Hudson

La crisis económica financiera avanza -ya no hay dudas- a un ritmo vertiginoso e irreversible; todo indica un final catastrófico a la vuelta de la esquina: desde un nuevo default, una hiperinflación, una megadevaluación que termine de hacer trizas a los que que viven del peso. A las decisiones tomadas por el gobierno, se suman ahora los ecos destructivos de la denuncia mediático-judicial a partir de la salida a la luz de los cuadernos Gloria. La pregunta es si, aún en este momento tan definitivo, hay propuestas políticas que puedan hacer emerger -nuevamente- de las cenizas a la economía argentina. O si, una vez más, el renacimiento únicamente podrá llegar después de que un fuego arrasador obligue a empezar de nuevo y con más de la mitad de la población por debajo de la línea de la pobreza, tal como ocurrió luego de la crisis de inicios de este siglo XXI.

En la última edición de la revista Crisis se entrevistó a políticos y economistas con esta pregunta: ¿qué salida imaginan para la crisis? Economistas kirchneristas, de la CTA, referentes de los sectores informales de la economía. ¿Qué imaginan para los principales problemas de la Argentina hoy? Puntualmente: endeudamiento, déficit de la cuenta corriente (falta de dólares para sostener la economía), pérdida brutal del poder adquisitivo de sectores medios y populares. Aquí un compendio de las opiniones de Roberto FelettiRubén Lo Vuolo, Claudio Lozano, Enrique Martínez y Juan Grabois.

-  Desde el kirchnerismo, Roberto Feletti, ex- secretario de Política Económica y Planificación del Desarrollo, ex diputado y actual ministro de hacienda del municipio de La Matanza, piensa que lo primero es recuperar la regulación del sector externo para cortar el déficit de cuenta corriente, aunque sin reeditar de manera lineal la experiencia del llamado cepo. “Hay que diferenciar el dólar con un tipo de cambio doble para frenar la sangría del atesoramiento permanente. No es lo mismo el que compra dólares para traer maquina o un insumo vital que el que se va a Miami”. Para el ex-diputado el desequilibrio fiscal es más fácil de corregir si se diseña una política tributaria progresiva y con la expansión del mercado interno. Pero acá aparece una autocrítica fuerte sobre la política económica que impulsó el kirchnerismo en sus doce años: el consumo sin dirección.

Dice Felleti: “Si cada vez que se produce una expansión del empleo y el salario, queremos estar en la frontera del complejo electrónico, si tenés una paritaria del 30% y te das vuelta y te comprás un iphone, es una frustración. Hay que propiciar un mercado interno que no sea excesivamente demandante de divisas. Nosotros debimos haber volcado el ahorro interno a viviendas porque la expansión de la construcción es menos demandante de dólares”.

- Rubén Lo Vuolo, ex asesor de Lilita Carrió, actual director del CIEPP (centro interdisciplinario para el estudio de las políticas públicas), también apunta al desequilibrio de la cuenta corriente, caracterizado por la letal carencia de billetes verdes: “Hay que diversificar las exportaciones y regular, no a través de un control de cambio que te trae un mercado paralelo, sino a través de otros mecanismos como reembolsos e impuestos sobre ciertas exportaciones”. Y retoma el problema del consumo desregulado: “Si tuvieras un buen impuesto a la riqueza podés frenar el consumo aumentando los impuestos sobre los sectores de más alta riqueza. Y no pegándole al salario”.

Para el economista es indispensable medidas audaces como el Ingreso Ciudadano “que básicamente es distribución de aumentos de productividad por vía fiscal (…). Porque descomprimís para sectores de bajos ingresos y para los informales, y además generás un sistema de estabilización de demanda que te permite sostener los consumos de los sectores más vulnerables”. El ingreso ciudadano o la renta universal está actualmente en discusión en todo el mundo. Lo Vuolo expresa un acuerdo entre aquellos que plantean esta alternativa desde una posición neoliberal o progresista: “Cada vez queda más claro que el mercado de trabajo no es el escenario donde se va a mejorar la distribución, sino un espacio de descalificación y expulsión de empleo. Hay que pensar una economía hacia el futuro y que un sistema de protección social que no se asiente en el mercado de empleo”. Sobre las dudas que genera en materia fiscal esta medida, Lo Vuolo afirma: “Habría que instalar el ingreso ciudadano primero para los jóvenes en edad más conflictiva en términos de inserción laboral, a las mujeres y al cuidado doméstico. (…) Distribuyo a todo el mundo para garantizar que los que los necesitan lo tienen y para ahorrarme los procesos costosos y absolutamente ineficaces de selección de beneficiarios. Y después recobro lo que le di a las personas que no lo necesitan vía impuestos a los ingresos”.

Claudio Lozano anticipa una ardua tarea de reconstrucción del poder del Estado sobre la economía. “Lo primero es blanquear el default al que han llevado a la Argentina. Suspender los pagos, iniciar una auditoría, dar de baja la deuda contraída durante la dictadura, como la mitad de la deuda con el Club de París, y que se fije a las empresas una contribución fiscal para compensar la porción de la deuda que estatizaron. Todo bajo un principio: las deudas se pagan y las estafas no”.

Después de eso, propone “recomponer la caja del Estado, restableciendo las alícuotas de contribución de Ganancias y Bienes Personales y la tributación de los complejos minero y agrario, y desgravando el consumo y los ingresos de los sectores de ingresos medios y bajos”. Sobre el avance de la tecnología y el problema del empleo en la Argentina, Lozano hace el siguiente planteo: “lo que hace la tecnología es reducir la necesidad de trabajo por unidad de producto y exigir más formación para la vida laboral, pero no hace que se extinga el trabajo”. Por eso propone un “salario de empleo y formación” que “ponga arriba de la línea de pobreza a todos y a partir de ahí se replanteen las relaciones laborales. Hoy en Argentina casi el 30% de la fuerza laboral, 5 millones de personas, trabajan 60 horas a la semana. Si esas personas trabajaran la jornada normal no tendríamos desempleo”, agrega.

- Enrique Martínez fue secretario de la Pequeña y Mediana Empresa con Alfonsín y con la Alianza, diputado por el Frepaso y presidente del INTI con el kirchnerismo. Ahora coordina el Instituto por la Producción Popular (IPP) y organiza talleres con el Movimiento Evita. Consultado sobre el problema entre el consumo y la carencia de divisas verde dice esto: “a la clase media habrá que decirle que por tres o cuatro años va a ser carísimo consumir ciertos bienes, pero que a cambio de eso tendría alternativas de inversión en pesos al equivalente de dólares con un 7% de interés anual y participación en las ganancias de las empresas”.

Continúa con una vuelta a las medidas de Guillermo Moreno: “Habría que obligar a las empresas radicadas en Argentina a que su balance de divisas dé como mínimo cero, incluyendo remesas, pero que la asignación de divisas la controle el Estado. Es lo que hicieron durante muchos años muchos países, incluso nosotros. A fines de los 60, en Argentina, el trámite para importar un medicamento o un huevo genéticamente modificado llevaba un solo día. Pero para importar una máquina que se producía acá lo podían tener a uno seis meses”. Martínez, para su programa de democracia productiva, no cree que haga falta estatizar toda la banca. “Hay que hacer bancos estatales pequeños enfocados en la producción. (…) No creo en la vuelta de las empresas estatales sino en las comunitarias. El comercio minorista y el mercado deberían funcionar igual. Lo estatal se burocratiza muy rápido y el modelo de conducta de los burócratas estatales suele asemejarse al de los capitalistas ladrones”.

Juan Grabois, líder de Movimiento de Trabajadores Excluidos y de la CTEP (Confederación de Trabajadores de la Economía Popular) se refugia en una estricta postura gremial: “La CTEP no se inventó para discutir la política, no se inventó para discutir la tasa de las Lebacs, se inventó para discutir cuántos salarios sociales complementarios vamos a conseguir para que nuestros compañeros que están laburando en un basural en San Pedro en vez de ganar 4.600 pesos ganen 8.000”. En la enumeración de los planes a futuro, aparecen las propuestas papales como trasfondo: “Nosotros tenemos el plan de las tres T: Tierra, Techo y Trabajo. Y eso tiene un costo en plata. Por ejemplo, un millón de lotes con servicios, quinientas mil chacras, cinco millones de salarios sociales complementarios, eso es lo que le vamos a pedir a los que se postulen para ser presidentes”.

 

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