Entrevista

En el camino entusiástico de Cundo

MÚSICA
20 de abril de 2022

Por Julia Enriquez
Fotos: Lucio Gagliardo / Delfina del Castillo / Tomás Picarelli

 

Recital en el patio de un espacio en el microcentro. Cielo estrellado, luz fosforescente multicolor, la temperatura tan ideal que te hace dudar de la estación. Mientras ando balanceándome sobre las melodías, pasa un chico entre el público repartiendo fanzines, raudamente, decidido, pero sin causar alboroto. Ese gesto es a la vez tan ancestral y fresco que también dudo de la década en la que estamos. Ahora está repartiendo fanzines pero hace un rato estaba cantando y tocando la guitarra en Las Aventuras, la banda que abrió la noche, y que yo no conocía, quizás porque sus presentaciones en vivo todavía se pueden contar con una mano, o porque su primer disco está en preparación. (De hecho, un tema, según dijeron esa noche al micrófono, lo habían compuesto dos días antes). Lo cierto es que Facundo del Castillo se las ingenió para que ese recital fuera una experiencia memorable. Yo creo que lo logró.

Facundo, también conocido como Cundo, nació en Rosario en 1999. Creció y vive en Fisherton pero fue a una escuela en el centro; esas idas y vueltas en colectivo, surcando la ciudad, quizás sean movimientos análogos a su recorrido por distintos lenguajes. En efecto, dentro del fanzine que repartía esa noche, hay dibujos suyos, que cuentan una historia creada por la banda. Poco tiempo antes había aparecido un video animado como primer capítulo de la historia que continuaba en papel. Los flyers de sus fechas, y de algunas fechas de amigxs, suelen ser dibujos o pinturas de su autoría. A la par de propulsar Las Aventuras, Cundo desarrolla su proyecto solista, ya editó un disco en 2020 titulado Constante Inconstancia. Y su recorrido musical se extiende aún más: es compositor y guitarrista en BAD, proyecto que integra hace varios años junto a cuatro amigos. El segundo disco de la banda, Casa, es un inminente estreno (disponible desde el 22 de abril).

Lleva adelante estos tres proyectos, colabora en otros y da clases de guitarra. Probó estudiar Arquitectura o Sonido en la facultad, y si bien decidió no continuar, asegura que al transitar esos espacios absorbió información que hoy pone en práctica en sus obras, como por ejemplo, proyectar una sombra en un dibujo, o lograr una buena acustización para grabar en tu propia casa. Es consciente de que quiere seguir aprendiendo, y por eso se encuentra en plena efervescencia creativa. Nos reunimos para charlar sobre su trabajo, y una de las primeras cosas que comentó (al paso, pero quedó resonando) fue que estaba terminando de leer En el camino, novela beatnik fundamental que Jack Kerouac escribió viviéndola. El título quedó resonando porque también podría ser una clave para describir a Cundo, joven artista en acción. Este es el registro de un encuentro en algún punto de su entusiástico camino.

¿Cómo te iniciaste en la música?
—Arranqué a tocar la guitarra a los 9, y arranqué a tocar con los chicos de BAD a los 16. Siento que durante todo ese tiempo en el medio no tuve mucho acercamiento al arte en sí como forma de percibir las cosas. Iba a una escuela súper estructurada, privada, católica, poca gente, nadie tocaba ningún instrumento, nadie tenía nada de arte. Estaba todo orientado a un lado mucho más económico. Ahí no encontré nunca nada, entonces yo no sabía que existía un mundo así, después lo fui conociendo cuando empezamos a tocar con la banda. Recién me empecé a vincular con un montón de cosas a los 18, 19, que empecé a conocer gente por afuera de los vínculos que tenía de chico allá en Fisherton, o en el colegio.

¿Cómo fue la irrupción de ese “mundo nuevo”? ¿Por dónde vino?
—Yo era muy amigo de dos chicos de la banda [BAD], muy familiar también, porque con uno soy medio primo... De chicos jodíamos con la guitarra. Ellos sí tocaban, de las pocas personas del barrio que tocaban. Uno de los chicos me invitó, cuando yo tenía 16, a tocar. Nos juntamos los tres con otro más del barrio. Al principio era tocar para nuestros amigos. Las primeras veces tocamos ahí en Animal Rock, Floyd... Después empecé a conocer bandas de la ciudad. Yo no tenía ni idea de nada.

Por ejemplo, ¿qué banda local conociste y te impactó?
—El primer recuerdo que tengo es... con los que más flasheé es con la Groovin’ Bohemia. Los vi por primera vez y la re flasheé mal, fue hace bastante, en un ritual en el Willie Dixon. Después de eso, los conocí por medio de un amigo, lo conocí a Nico, el que canta, y a partir de conocerlo a él y su forma de percibir la música, me re cambió la manera de verla. Es un chabón súper conectado con el arte. Estás tocando y cierra los ojos y te escucha, así, aunque haya gente hablando y todo, él está re en esa.

Para comenzar a ahondar sobre tu propia música, ¿qué podés comentar sobre el nuevo disco de BAD?
—Este nuevo disco es lo primero que produjimos entre los cinco solos. En general el pop más mainstream está hecho medio a partir de un manual, como que siempre son productores que saben lo que se usa, o lo que se tiene que usar. Nosotros queríamos hacer algo popero pero desde nuestras herramientas, que son re variadas, porque a todos nos gusta música distinta. Entonces al haberlo hecho todo nosotros, terminó siendo un sonido moderno, popero, pero para mí es más original porque nació desde nuestra ignorancia y la inocencia de probar ideas.

Integrás una banda y también hacés canciones como solista. ¿De dónde surge el deseo de armar otra banda?
—Más allá de que yo tenía ese lugar de composición en BAD, siempre fue una banda muy banda, muy democrática. La hacemos funcionar entre todos, lo hacemos de una manera que nos parezca bien a todos, y todos escuchamos cosas muy distintas. Nunca fue algo que fuera 100% uno de nosotros. En un momento yo estaba muy manija con hacer música de cierto estilo, llevarlo para cierto lugar, y como que BAD había crecido hasta cierto punto que ya no podía irse a otra cosa, o por ahí no era el mundo al que lo querían llevar los chicos. Entonces decidí armar Las Aventuras. También surgió un poco porque empecé a dibujar un montón en 2019, y quería buscar un proyecto en el que pueda mezclar las dos cosas. Aparte, me había venido ese nombre, Las Aventuras, y dije: ¡el nombre está tan bueno que tengo que hacer una banda que se llame así! [risas]

¿Cómo es tu relación con el dibujo o las artes visuales?
—En la escuela dibujaba todo el tiempo, en las carpetas, era “el que dibujaba bien”... Después no dibujé más por un montón de tiempo. A los 19 entré a laburar en una oficina, tenía que hacer un trabajo súper administrativo, por ahí me sobraba tiempo y me ponía a dibujar, me gustaba estar ahí porque podía dibujar. Y ahí se me ocurrió esta idea: tenía estos temas, mezclar estas dos cosas... Mi hermana dibuja un montón y ella me mostró algunas cosas copadas, cuadernos de dibujo, y me re cebó. Ella pinta y me recomendó un profe, y arranqué pintura. Yo soy más dibujante, no me siento pintor, no me siento confiado en ese mundo... No siento que todavía haya llegado a tal nivel de agarrar confianza con eso, y de poder improvisar. Lo tomo como algo ajeno, tengo que aprender un poco primero y después agarrar ciertas herramientas y poder hacerlo. Pero el dibujo siempre fue algo súper natural, en todos lados dibujo.

¿Cómo se fue ensamblando Las Aventuras?
—En un momento estábamos con Juli [Julián Bianciotti], el batero de BAD, y mi prima [Delfina del Castillo], haciendo un videoclip de BAD. Yo había tenido la idea para el videoclip y ellos lo llevaban a cabo, los dos estudiaron cine. En una de esas juntadas, nos quedábamos hablando, y les contaba que tenía ganas de arrancar un proyecto que se llame Las Aventuras, y el Juli me re cebó, me dijo “¡y hacelo!”, le mostré un tema y me dijo “está buenísimo, hacelo, si necesitás batero yo toco”. Y ahí fue bueno, ya tengo alguien que me banca... Después lo conocí al bajista, al Muke [Juan Aguilar], que también lo conocí medio de pedo, por medio de otro amigo. Un día le caí a la casa y me cayó re bien, vi que tocaba el bajo, pero que era como súper alterno, no tocaba en ninguna banda. Le escribí un día, lo había visto una sola vez en mi vida creo, y se sumó, y ahí nos empezamos a juntar, yo les mostraba los temas, los íbamos craneando, hacíamos unas maquetitas. Y después Marco Tenaglia sacó un disco, yo no lo conocía, sacó este disco, Van, que es instrumental, medio lo-fi, medio hip hop también. Lo escuché y me re flasheó, todos los arreglos de teclas que había. Nosotros necesitábamos un tecladista, y dije: ¡este chabón me sirve! Le mandé los temas y se re copó. Un día nos juntamos y nos conocimos. Empezamos a hablar de música, primero conectamos mucho con Radiohead, ese fue el conector principal. Yo le dije: en la pandemia estuve escuchando un montón esta banda que se llama Loving. Y él me dijo “¡uh, yo también!”. Pegué mucha conexión con él. Después todo lo que vino fue medio una mezcla entre Loving, Radiohead, Mac DeMarco... Durante todo 2021 estuvimos ensayando hasta fines de año, que tocamos por primera vez.

¿Cómo sabés qué composición es para cada proyecto?
—No pienso tanto cómo dividirlo. Me re gusta componer, me gusta mucho más que tocar la guitarra. BAD fue creciendo hasta cierto punto de volverse algo que encaramos de una forma más profesional, queremos que suene todo muy bien. Con Las Aventuras es un poco más jugar. Obviamente nos tomamos en serio, pero... no sé, como que todavía no hay límites. Es algo bastante nuevo y no hay límites, por ahí se nos ocurre una idea re bizarra y lo hacemos, puede pasar cualquier cosa. La búsqueda sonora está yendo por un lado siempre experimental, y un poco psicodélico cuando se da, como abriéndole la puerta a lugares raros en medio de una canción.

Además de estar grabando su primer disco, con Las Aventuras hicieron un video animado y un fanzine, como capítulos de una historia fantasiosa sobre el origen de la banda. ¿Cómo surgió esta idea?
—Un día nos juntamos en mi casa y saqué mi cuaderno de dibujos... y Marco se puso a verlo y a inventar historias. Había uno que era una cara con una baba, durmiendo en un banco, y ahí Marco lo vio y dijo “¡este es el Paquidermo!”, se empezó a inventar una historia. Otra vez que nos juntamos, dijo: “tengo una idea para el show, me inventé esta historia, Facu lo puede dibujar, y después lo hacemos video y lo proyectamos”. Las Aventuras en realidad no somos solo los cuatro que tocamos, sino que también están Delfi y Juani [Juan Ignacio Miles] desde lo visual. Después dijimos: vamos a hacer un fanzine. Fue todo bastante jugando. Siempre tuve ganas de armar un fanzine con dibujos y nunca lo había hecho, y como que se re prestaba para hacerlo, ya teníamos algunos personajes, una historia, y dijimos: vamos a hacerlo, chau. Para joder nomás, tampoco es que queremos hacernos los misteriosos [risas].

¿Tienen pensado el próximo capítulo?
—El otro día hablábamos con los chicos: ¡Ahora tenemos que hacer el capítulo 3! Y después fue como... ya fue, si no tenemos ganas de hacer el capítulo 3, y se nos ocurre otra cosa, a la mierda la historia. Re estamos en una de “lo que pinta”. Antes de esto, habíamos flasheado otra, también con dibujos, que era como una ensalada de bichos, hicimos una animación, y la idea era seguir haciéndolo, y después se nos ocurrió otra cosa... Creo que va a ser así todo el tiempo. Después cuando por ahí empezás a hacer cosas todas del mismo estilo, como que ya... Odio cuando pasa eso, cuando ya te queda tu identidad “así”. Por ahora fue siempre probar a hacer cosas nuevas.

Ese movimiento continuo también se refleja en tu título Constante Inconstancia. Sin pretender definiciones cerradas, ¿cómo describirías tus procesos de composición?
—Hay momentos en los que estoy componiendo un montonazo... El año pasado en un mes hice como millones de canciones que se me re acumularon y después obviamente hice una selección, para un disco que estoy haciendo. Pero si arranco un tema y no lo termino, no lo termino más. Como que al día siguiente digo: bueno, voy a hacer otro... Constante Inconstancia lo compuse en pandemia, en una semana. Todo ese disco es obviamente el proceso de estar solo en mi casa, en mi habitación, que me reveló un montón de cosas. La re flasheé en ese momento. Estar solo, conmigo mismo, un montón de tiempo, y privarte de estar todos los días con tus amigos. También es un re escape, a enfrentar esa cosa, juntarte todos los días... Yo lo veía como algo muy bien a salir con amigos, como que te hace bien, y después fue como... pará, tengo que ocuparme de algunos asuntos, para después estar con mis amigos. Habla de eso, todo ese alejamiento mío... y alejarme de un montón de cosas que tampoco me hacían bien. Fue un re cambio de personalidad también.

¿Qué buscás reflejar en tus canciones?
—Lo último que compuse, el próximo disco de Cundo que voy a sacar, habla mucho de dos facetas mías. Una cuestión más del otoño, el sol y los temas así re buena onda, que los escuchás y te ponen de buen humor, con acordes mayores, re relajado, así súper soleado. Y después otra faceta mucho más 3 de la mañana, súper dark, acordes tristes u oscuros... El próximo disco es una mezcla entre estas dos cosas, de un proceso por cosas personales y también por la pandemia, esto de relacionarme con gente nueva, o sentirme re raro, o sentirme re perseguido, sentirme muy vulnerable... Siento también que uno siempre se queda con una idea de lo que es, que en realidad nunca va a ser acertada al 100%. Todo lo que sos va cambiando todo el tiempo, entonces no sé, vos decís “yo soy re colgado”, ponele, y tal vez sos así por un millón de factores que te fueron pasando, y después lo podés cambiar también, capaz que vayas cambiando...

¿Qué podés comentar respecto a tus letras? ¿Cómo es tu acercamiento a la escritura?
—Las primeras canciones las hice ya de chico, pero una escritura como más consciente... yo creo que con BAD. Obviamente el compositor va aprendiendo y va cambiando. Al principio, era componer una canción porque quiero hacer una canción y mostrársela a mis amigos. Creo que las letras que más me gustaron empezaron a salir cuando me empezaron a pasar cosas que me afectaban personalmente, y terminaban saliendo en una canción. No tanto eso de hacer una canción por hacer una canción. Y después te das cuenta: me pasaba algo en serio... Tengo varios cuadernos con un millón de letras, que ya te digo, hay canciones que las habré tocado la vez que las compuse y nunca más las toqué. Son por momentos, ahora hace bastante que no compongo un tema. De hecho me hubieras preguntado en otro momento y te hubiera dicho: ¡yo soy una persona que compongo millones de temas todos los días! Y ahora me encuentro con que hace un mes que no compongo un tema... Pienso, y me hace sentir más tranquilo: todos estos temas de alguna manera sirvieron para que después salga este otro tema, o por lo menos los hice, y algo de mí se destrabó.

¿Cuáles son entonces tus próximos movimientos?
—El nuevo disco de BAD sale ahora, el 22 de abril. Y estamos grabando el disco de Las Aventuras, la idea es que salga este año. También pasa que... Marco es una persona muy meticulosa, y yo soy todo lo contrario, súper mandado, ¡vamos a grabarlo así nomás y lo sacamos mañana! Entonces entre los dos es mejor, porque si fuera por él, tardaría un montón, y si fuera por mí, haríamos cualquiera [risas]. Y ya entre esos dos proyectos, el disco de Cundo queda más en segundo plano, pero los temas ya están todos maqueteados, casi terminados, falta grabar la bata, y ver qué queda, qué no, si regrabar algunas voces, pero en algún momento va a salir... Me ha pasado que no haya salido un disco, que todavía no salga, y yo tener un millón de temas más que hice después de eso, y me agarra un estrés mental de acumulación de canciones que no van a salir nunca.

¿Qué proyectos musicales de Rosario te interesan? ¿Con qué músicxs te vinculás?
—Hace poco que estoy mucho ranchando con Lusio, Gladyson, Chiljud, Amelia, Tomi Leuda. Con ellos nos estamos juntando bastante. Las veces que fui a lo de Lusio, que nos juntamos ahí, íbamos a ir a la terraza a tomar un vino, y siempre terminamos abajo, haciendo un tema entre todos. Re cebados. Lo que hacen Lusio y Chiljud me re ceba. Después hay un par de bandas de Rosario que me re gustan y que no son muy conocidas. Por ejemplo, hay un chabón que me encanta, Invernaculus se llama el proyecto. Mati Rivas se llama él. Lo conocí así medio de rebote, una vez que grabamos, él conocía al chabón que nos grabó, cayó, y lo seguí en instagram. Cuando sacó el disco, lo escuché y me re gustó. Entonces le escribí, le compré una entrada, lo presentaba en el Atlas y lo fui a ver solo, porque nadie lo conocía, nadie me quiso acompañar, no sé, había otra fecha. Así que fui solo, y el show estuvo re bueno. Hace una música muy tranqui, canta despacito, toca despacito, es como si fuera... medio post-punk pero como bajito. Me re gustó y le compré el disco y lo tengo en el auto y hace dos años que lo escucho todos los días... Me gusta otra banda que se llama Aleph, Fitzca, Camadour,... no sé de dónde me habrán llegado, también los escuché y me re gustó, sobre todo el primer disco. Y después Mi Nave, hace poco que estuve escuchando un montón. Es una banda que nunca había escuchado y que ya tenía cierto renombre, y hace poco me re enganché. Me re caben también las tapas, me re copa lo que hacen Andrés Yeah y Feli Punch.

¿Cómo ves la movida artística actual en Rosario?
—Siempre fui conociendo músicos y me hice un montón de amigos, pero recién siento que ahora estoy curtiendo un montón más eso, conociendo a un montón de artistas, yendo más a muestras, empezando a moverme más. Antes era más de ir a ver por ahí algo que ya conocía, y entre el año pasado y este, salí mucho más a ver cosas que no tenía ni idea con qué me iba a encontrar. También fue algo que se fue dando entre amigues, que todos nos empezamos a cebar, “che ¿querés venir acá?”, una amiga La Paya siempre me dice “vamos a esta muestra” que ella tampoco tiene ni idea, y bueno, ¡vamos, dale! Siento que hay un montón de data. Yo estoy re manija con las cosas que hay en Rosario, y tengo un montón de manija de ir a ver todas las bandas, todo el tiempo, fui a todos los recitales más o menos del último mes. Siento que este año... tampoco me quiero poner como “este es el año de Rosario”... Si pinta, pinta, y si no pinta, ya fue. La estoy pasando muy bien con todas las cosas que van saliendo. Y no sé si en otro momento había, o no, y tampoco me quiero poner a ver si antes pasaba, ahora no..., si ahora pasa, después no. Yo simplemente la paso bien.

Vengo escuchando que está difícil armar fechas, o que hay pocos lugares para tocar... ¿Cuál es tu mirada al respecto?
—Las tres veces que tocamos con Las Aventuras nos invitaron las bandas con las que tocamos. Todavía no pudimos armar más fechas. En un momento lo quisimos hacer, y ahora no porque estamos con el disco. Pero sí, re cuesta encontrar lugares. Con Cundo, hubo un momento que mandé un millón de mails y no terminé tocando en ningún lado. Es difícil... Siento también que hay lugares que quedaron medio viejos, en el sentido de que la gente que labura ahí quedó como en otro plano, te tratan re mal... Hay como una vibra que no me dan ganas de tocar ahí. Prefiero armar fechas en una casa, decir: bueno, hoy armamos un showcito en mi casa, lugares más así, donde se genere esa intimidad, en la que todos se sientan cómodos, y se genere posta eso de todos estar escuchando a quien está tocando. Porque no siempre se genera, no en cualquier reci se genera eso. Muchas veces tiene que ver con que hay gente que le chupa un huevo y te transmiten algo medio negativo, y no lográs sentirte cómodo, y entonces por ahí la gente no entra tanto... Siento que... que se genere la atmósfera va más allá de solamente la música. También va acompañada de la vibra del lugar. Ahora tenemos ganas de hacer un show de Cundo en lo de un amigo, más que nada por el hecho de pasarla bien en el momento. Porque yo por ahí estoy tocando un tema en mi pieza, en el momento que lo estoy componiendo, o que recién está apareciendo, y siempre pienso en eso: si hubiera alguien escuchandoló, cómo lo escucharía... Y por ahí lo estoy re disfrutando, cómo está sonando mi tema, lo toco re despacito, con mucho reverb, y digo: me encantaría que esto se transmita después cuando lo toque en vivo. Después obviamente lo escuchás tantas veces, lo ensayás un millón de veces, y eso se pierde un montón, como esa sutileza que tenías cuando recién lo estabas componiendo al tema que tanto te gustaba... Y siento que tocarlo en una casa, o en un lugar piola, con gente que no esté comiendo o hablando o gritando... Todos más tranqui, escuchando, un ambiente más chill, todos concentrados en una sola cosa, se puede generar algo re copado.

 

 

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