Memorias de largos caminos

El Dúo Salteño, un ovni popular y vanguardista

MÚSICA
7 de diciembre de 2024

 

Por Diego Giordano

 

¿Qué fue el Dúo Salteño? ¿Un ovni llegado desde otra galaxia? ¿La reunión de dos intérpretes extraordinarios y un creador sin igual? ¿Un mensaje que dejaron civilizaciones futuras en forma de música? ¿Un eco del pasado transfigurado en un arte popular y vanguardista al mismo tiempo? La respuesta a todas estas preguntas es sí.

La aparición del Dúo SalteñoNéstor "Chacho" Echenique (1939) y Patricio Jiménez (1943-2009) en guitarras y voces, más la dirección musical del Cuchi Leguizamón– con su primer disco, homónimo, en 1969, corona una era dorada del folclore argentino, un período que tenía en Los Cantores de Quilla Huasi, Las Voces Blancas, Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui, Los Fronterizos y Los Nocheros de Anta sus expresiones más notables.   

El libro Memorias de largos caminos, de Ana Falcón y Lucas J. Fernández, publicado por Editorial Serial, pone fin a la inexplicable ausencia de bibliografía relacionada con la historia y la producción musical del Dúo Salteño. El libro de Falcón y Fernández se propone como una suerte de ficción biográfica, un viaje por los largos caminos a los que hace referencia el título.

Si bien la historia del Dúo comienza cuando Patricio y Chacho empiezan a cruzarse en peñas y recitales, y entre idas y vueltas de Salta a Buenos Aires deciden cantar juntos de manera profesional, la noche definitoria en la que se consolida el proyecto tuvo lugar en Salta, en 1966, durante un asado en la casa de Hugo Riera, hijo de Juan, el panadero de la zamba que Leguizamón y Manuel Castilla escribieron en su honor. Aquella noche, los cantores le mostraron su arte al Cuchi, que los citó para un encuentro en su casa el lunes siguiente.

 

La noche definitoria en la que se consolida el Dúo Salteño tuvo lugar en Salta, en 1966, durante un asado en la casa de Hugo Riera, hijo de Juan, el panadero de la zamba que Leguizamón y Manuel Castilla escribieron en su honor. Aquella noche, los cantores le mostraron su arte al Cuchi, que los citó para un encuentro en su casa el lunes siguiente.

 

¿Qué hizo Leguizamón? Nadie mejor que él para explicarlo: “El común de los dúos que interpretaban música popular se basaban en la repetición permanente de armonías, con terceras mayores y menores y, por excepción, alguna quinta justa. Yo, a esa armonía la sentía muy convencional, después de escuchar al viento, a los animales, a la naturaleza en donde todo suena atonal, en donde no existe un sistema tonal, me llamaba otra música y compuse otra armonía. Es que lo más importante está en el paisaje que la música refleja, porque la armonía tiene que venir desde muy adentro y con sentimientos. Es tan novedoso el contrapunto de las voces que algunos piensan que están desafinando, porque las voces se juntan y se separan en intervalos de séptimas, segundas menores, cuartas y quintas disminuidas. Es que con dos notas se produce la síntesis del acorde y el resultado da una sensación de multiplicidad de voces y una perspectiva de gran profundidad. Con las notas agudas de mi piano toco otra voz diferente, que va cantando otra melodía”.

Leguizamón, además, concibió una renovación de ritmos tradicionales al fusionar la zamba y la baguala –“creo que toda gran zamba encierra una baguala dormida… ¡y la baguala es un centro musical geopolítico en mi obra!”–, e incorporó las lecciones aprendidas en Satie, Stravinsky, Bartok y Schoenberg para imprimirle una pátina vanguardista a la música nativa y correr, para siempre, los límites del folclore argentino.

Con los recursos vocales de Echenique –la altura de la baguala– y Jiménez –la gravedad y calidez de la zamba–, creó un instrumento capaz de lograr flexiones armónicas inéditas en el folclore argentino. Después del Dúo Salteño, el canto a dos voces ya nunca sería el mismo.

Además de su sobrenatural potencia expresiva, el Dúo Salteño habita el Olimpo de la música popular argentina por las composiciones extraordinarias que conformaron su repertorio, firmadas, en su gran mayoría, por Leguizamón y una lista de poetas que incluye a Manuel Castilla, Armando Tejada Gómez, César Perdiguero y Miguel Ángel Pérez. Allá, arriba de todo, están “Si llega a ser tucumana” (Leguizamón/Pérez), “Elogio del viento” (Leguizamón/Tejada Gómez), “Viene clareando” (Yupanqui), “Zamba de Juan Panadero”, “La pomeña” y “Balderrama”, estas últimas tres firmadas por Leguizamón y Castilla.

En 1969, dos años después de su formación, la actuación del Dúo Salteño en el festival de Cosquín fue la plataforma para que su música adquiriera trascendencia a nivel nacional. Eran los años del Nuevo Cancionero, un movimiento surgido en Mendoza en 1963 que apuntaba a oxigenar la tradición musical, a despojarla del conservadurismo que bloqueaba los intentos de renovación. Los referentes del movimiento –Oscar Matus, Armando Tejada Gómez y Mercedes Sosa entre los más renombrados–, además, impulsaban una temática de compromiso social.

En este sentido, el título del segundo álbum de Sosa, Canciones con fundamento (1965), puede leerse como una declaración de principios. En la contratapa del álbum, Tejada Gómez escribió que el objetivo del Nuevo Cancionero era “convertir el auge de la canción nativa en una toma de conciencia profunda y popular, desdeñando el costumbrismo fácil y el pintoresquismo folklórico de tarjeta postal, para que la canción responda a un auténtico ser y querer ser de nuestro pueblo y sirva de vehículo de comunicación verdadero entre cada región del país y de América, en esta hora de crecimiento incontenible de nuestra personalidad nacional”.

Si bien la obra del Dúo Salteño compartía, en un plano general, los lineamientos esbozados por Tejada Gómez, a Leguizamón le incomodaba la idea de ceñir su música a postulados programáticos. A tal punto, que en un principio rechazó musicalizar poemas del mendocino por considerarlos “panfletarios”.

El libro de Falcón y Fernández incluye, además de los testimonios de los protagonistas, la palabra de Teresa Parodi, Miguel Cantilo, Daniel Toro, Jorge Fandermole, Juan Falú, Peteco Carabajal, Juan Quintero, Leo Masliah, León Gieco, Litto Nebbia y un larguísimo etcétera. Además, recorre la discografía del Dúo Salteño álbum por álbum con mucha información, material gráfico y anécdotas entrañables que construyen un relato coral para contar la historia de una página inigualable en la música popular argentina.

 


 

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