Por Gabriel Plaza
Foto de portada Nora Lezano
LUZMILA CARPIO
Inti Watana: El Retorno del Sol
Luzmila Carpio es una médium del mundo andino. A través de su voz llega el mensaje vibrante de las chamanas de Potosí con su antigua sabiduría del cuidado del medio ambiente, la conexión con la naturaleza, la continuidad de los rituales ancestrales de protección, la ofrenda y el agradecimiento al Gran Espíritu. Desde los años setenta y a lo largo de veinticinco discos, su canto en lengua aymará y quechua, se transformó en la conciencia espiritual de todos los pueblos indígenas.
Después de diez años sin grabar disco nuevo, retorna con un nuevo material, Inti Watana: El Retorno del Sol, un trabajo sorprendente, donde empuja los limites del sonido tradicional andino para viajar por atmósferas electrónicas. Este álbum producido con ZZK Records, nació de una colaboración anterior de 2015, donde distintos productores del sello, desde El Buho hasta Gaby Kerpel (Fuerza Bruta), trabajaron remixes de los temas de Luzmila. Este material realizado en colaboración con el músico y productor argentino Leonardo Martinelli, integrante de Tremor, reúne lo ancestral y lo contemporáneo. Esas visiones y energías musicales conviven armónicamente en este disco: instrumentos como el charango y las quenas, dialogan con los sonidos ambient y las programaciones digitales.
La voz mineral de Luzmila, echa del latido de los pájaros, el viento de los Andes, el susurro de los manantiales, enhebra toda esa cosmovisión ligada a la espiritualidad andina como en una película. La cantora y compositora puede invocar el sonido festivo del huayno en “Kacharpayita”, bien entonado y zapateadito, como en los bailes populares de Potosí; deslizarse hacia la profundidad de un canto minimalista en “Requiem para un ego”, donde dice: “Tal vez yo no he cumplido con mi pueblo/Ayundenme a entenderlo, oh, Dios mío”, o puede pedir bendiciones a los guardianes de la naturaleza en “Sumaq Kawsay Mañarimuy - Pide un buen vivir”.
Los versos de Luzmila, -agradecimientos para el espíritu del gran venado, el Tata Inti, la pachamama, las ofrendas a los pájaros- flotan como mantras en aymará y quechua sobre una arquitectura moderna. La voz está rodeada por ese delicado collage sonoro, montado sobre las programaciones y armonios, sachas guitarras, violines, bombos legüeros, y la percusión asiática. Martinelli, como productor, saca y agrega elementos musicales para reflejar el tono más intimista y potente de los versos de Luzmila, compositora de los temas.
Es un disco que suena celebratorio y, también, intimista. Un disco ritual sobre el ciclo de la vida, la muerte, la naturaleza, el misterio del cosmos y todo aquello que existe en otros planos y convive con lo cotidiano. Una plegaria ancestral que baja un mensaje benefactor para un mundo que parece haber perdido su rumbo.
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MERY MÚRUA
Baile Eterno
En los noventa, en paralelo a la efervescencia del boom del folklore en Cosquín, toda una alternativa musical, que había heredado el espíritu de agrupaciones como la MPA, o la influencia de Los Santiagueños con Peteco Carbajal y Jacinto Piedra, definiría un sonido distinto para una nueva canción de raíz en Córdoba. Espacios como la peña joven de Ica Novo y posteriormente la del Dúo Coplanacu, fueron reflejo de un público aficionado y universitario que buscaba otros sonidos para bailar. Lugares de formación como La Colmena, en la capital cordobesa, fueron laboratorios para profundizar ese proceso en nuevas generaciones de artistas de la región. La cantora Mery Murúa es una emergente de toda esa comunidad musical, capaz de trazar un puente simbólico entre un santiagueño como Raly Barrionuevo, un compositor cordobés contemporáneo como Juanpaio Toch, y las chacareras eléctricas de Titi Rivarola, uniendo las puntas de un mismo lazo.
Murúa, que en sus diferentes discos solistas se había probado como una gran intérprete y versionadora de grandes clásicos, demuestra ahora su oficio para escribir muy buenas canciones. Con la producción artística de su hijo Juan Murúa (co-produjo discos de José Luis Aguirre), la cantora y compositora, reúne a músicos y cantoras claves de la movida cordobesa como Paola Bernal, Juanpaio Toch, Juan Iñaki y Pablo Jaurena.
En Baile eterno canta con Iñaki, un bailecito destinado a convertirse en un clásico de las peñas. Con la cantora Nadia Larcher interpretan “Chacarera del Shinkal”, una canción que celebra el encuentro y el contrapunto de esas dos voces, que va entretejiendo con sus armonías las tonalidades y los colores de ese paisaje mineral de Andalgalá. En “La Chañarienta”, Mery Murúa invita a Raly Barrionuevo, para una chacarera que lleva el aire de Jacinto Piedra, el punteo delicado y el riff de una guitarra eléctrica, que propone un viaje trashumante por el interior de las serranías y la mística del baile. En “Zamba al Famatina”, las armonías y una trompeta cool jazz, definen el sonido universal de esta zamba, que podría estar junto a un tema de Chet Baker, pero que sin embargo, todo el tiempo gira en torno a lo ancestral, el pulso lento de la vidala y la atmósfera de un paisaje de cardones y montes nevados.
Baile eterno es un EP de cuatro canciones sencillas y profundas, que captan un espíritu de época vivo hasta hoy.
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ORQUESTA TÍPICA SAY NO MORE
Orquesta Típica Say No More
En la década del setenta, Charly García estaba presentado el primer disco de La Máquina de Hacer Pájaros. Por esa época un periodista le preguntó que sonidos lo influenciaban. El tango, estaba entre esas músicas. La palabra tango aparecería una y otra vez a sus canciones. Incluso le daría nombre a la dupla artística con Pedro Aznar. Fueron todas señales. Es natural que muchas de sus canciones fueran versionadas posteriormente por la nueva generación del tango que surgió en la década del noventa.
La Orquesta Misteriosa Buenos Aires tiene un mixtape inédito dedicado a una selección de temas de Charly García, para bailar en una milonga. Lo mismo sucedería con los covers de Cucuza Castiello en el álbum Menesunda.Tangolencia rockera; y con el Ep Trip que grabaron la cantora Lidia Borda junto al pianista Daniel Godfrib en 2021.
En 2022 la Televisión Pública y el Ministerio de Cultura de la Nación diseñaron un programa especial por el día de la música, dedicado a Charly García. El programa se llamó Yendo de Charly al Tango. En ese especial debutó la Orquesta Típica Say No More, dirigida por el pianista Juan Pablo Gallardo, con las voces del Chino Laborde, Natalia Lagos, Julieta Lasso y Cucuza Castiello. Ese material en vivo quedó registrado y fue subido recientemente a las plataformas digitales.
En ese compendio de clásicos de Charly, el sonido de la orquesta integrada por César Rago (solista) Javier Kase, Damián Gonzáles Gantes, y Mercedes Martínez; la viola de Gustavo Barahona; el cello de Guido Wardak; el contrabajo de Mariana Borghi; los bandoneones de Matías Rubino (solista), Natsuki Nishihara, Joaquín Angiolini, Martín Benedetti, y el piano, los arreglos y dirección orquestal de Juan Pablo Gallardo, va descubriendo en las melodías de García su huella tanguera.
El estilo de cada versión está definido sobre todo por la personalidad artística de cada uno de los intérpretes, de lo más notorio de la camada de cantoras y cantantes que surgió en las últimas dos décadas de tango. El histrionismo de Chino Laborde explota en el comienzo del disco con “Cerca de la revolución” y tocará la fibra más sensible en “Los Dinosaurios”. La voz aguardentosa de Julieta Laso teñirá de una atmósfera suburbana las versiones de “Parte de la religión” y “De mí”. En “Karma de vivir al sur”, la joven cantora Natalia Lagos, aportará frescura y una veta más del cancionero pop, a pesar de su habitual arrastre canyengue en otras agrupaciones por las que pasó como Alto Bondi. El tono intimista de Cucuza Castiello y su fraseo barrial, transforman clásicos modernos de Charly como “Promesas sobre el bidet”, “No soy un extraño” y “Filosofía barata y zapatos de goma”, en auténticos tangos.
El disco es un muy buen ejercicio tanguero sobre las canciones de Charly. Los arreglos no se apartan tanto de los temas originales. Algunos clásicos están más logrados y otros redundan en cierta literalidad. Sin embargo, todo el proyecto tiene un peso simbólico más fuerte: Charly García, como faro musical de toda una generación tanguera.