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Bien de chico en su pueblo Devoto (Córdoba), Matias Martino se vinculó al folclore. Es que su padre, un guitarrero y cantor aficionado, hacía sonar en la casa a Cafrune y otros tantos discos.
A él y sus hermanos los mandaron a aprender danzas folclóricas, y de ese modo involuntario, llegó también a su oído el piano de Adolfo Ábalos.
A sus 9 años comenzó sus estudios del instrumento y poco tiempo después ya recorrida la provincia tocando en festivales. De esa época le quedó el recuerdo de algunas discusiones con su padre sobre las licencias a la hora de tocar un arreglo. “Cuando me llevaba por los festivales de Córdoba la discusión era, “nooo, ese arreglo no se entiende ni que tema es”.
“Es una oreja a la que le tengo mucho aprecio, y él sin ser un músico profesional, cuando le muestro algo me da un punto de vista desde el folclore de raíz”, cuenta Matías.
Cuando se radicó en Bs As, a donde ya viajaba a tomar clases con su gran maestra Hilda Herrera, se incorporó a las filas del CIMAP (Creadores e Intérpretes de la Música Argentina en Piano), ese espacio fundado en 2002 y dirigido por Herrera que tiene la finalidad de “acercar a jóvenes pianistas a la música folclórica argentina. Además de hacer amigos, cada uno va encontrando su camino”.
Hasta la salida de “Detrás de la ciudad”, su primer disco solista como pianista y compositor editado en 2014, el músico formó parte de otros proyectos de folclore y tango. Ha tocado con Niní Flores, Vitillo Ábalos, Ligia Piro y Magdalena León, fue dirigido por Popi Spatocco como pianista invitado de la Orquesta Juan de Dios Filiberto, y actualmente es pianista de la cantante venezolana Cecilia Todd en sus giras por Argentina.
Sobre su propio disco opina que “se entiende claramente que es folclore, los ritmos están. Lo que pasa que uno en las primeras cosas que hace quiera plasmar una personalidad, que con el tiempo se va depurando”.
Esa personalidad musical de la que habla Matias se fue formando además con su escucha atenta de los grandes pianistas del folclore argentino.
“Me gustan todos, todos hicieron un aporte muy honesto. Desde chico escuchaba mucho a Lito Vitale, porque era la música que llegaba a mi zona. También Adolfo Ábalos en las clases de danzas folclóricas. Después conocí a Eduardo Lagos, Lilian Saba, Manolo Juarez, Hilda Herrera. Recién venia en el colectivo escuchando en el celular el disco “Solo piano” de Waldo de los, y repetí como tres veces una zamba que se llama “La tristeza y el mar”.
El debut discográfico contiene catorce composiciones de las diferentes regiones de Argentina, de las cuales le pertenecen siete y las otras siete son versiones de “La Marrupeña”, “Ojos Azules” , “Mi pachamama” y “La Oncena” entre otras.
A la sonoridad de su piano se sumaron invitados como: el Chango Spasiuk en acordeón, Vitillo Ábalos en bombo legüero, María Fernández Cúllen en flauta traversa y Andrés Pilar en piano.
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¿Qué se dijo?
El primer folclore / formación involuntaria y personal / un repaso de los pianistas argentinos / tradición y renovación / los Canarios que miran a América / la hora del disco propio.
