CANTEMOS EN EL BOSQUE

Al bosquecito iban seguido “a tomar mate, a conectarse uno con el lugar a donde vive, a meditar, a pensar”. En una de esas tardes, Gustavo, el compañero de Mery Murúa y también músico, dijo: “qué lindo está el bosquecito para hacer un concierto”.  A ella, la cantante oriunda de Cruz del eje (Córdoba),  la frase le quedó dando vueltas y le “activó su lado creativo”, hasta que un tiempo después compartió la iniciativa a su ladero en la música hace siete años, Horacio Burgos, que es “otro que bien baila”. “Siii, qué bueno –se entusiasmó Burgos-, vamos a hablar con los muchachos”.

 

La idea se transformó en la grabación del disco “Acacias”, un trabajo que empezaron “a las diez de la mañana y finalizaron a las doce de la noche”, no sin sortear varios inconvenientes ligados al armado de ese estudio tan particular. A Mery en voz, se suman el propio Horacio Burgos (guitarra), Fernando Bobarini (bajo), Diego Clark (percusión y coro) y Juan Arabel (Wancara).

 

Las canciones suenan y a la par del sonido ambiente; el viento que mueve las acacias, un perro que ladra a lo lejos o los grillos y bichitos del bosque, ahí en Unquillo, cerca de la casa de Mery. El repertorio se compone de “Zamba del Duraznillo” de Hamlet Lima Quintana y Oscar Alem, “El Arriero” de Atahualpa Yupanqui, “Tú” de Dames y Contursi, la cueca “Remolinos” de Manuel Tajón, “Las golondrinas” de Falú o el vals “Flor de Lino” de Homero Expósito. También está la vidala “Vidala en nombre del hijo” compuesta por Murúa. 

 

 

“El tema surgió con la Ruta 40 (junto al misionero Joselo Schuap y otros músicos recorrieron cantando más de 5000 kilómetros de Ushuaia a La Quiaca, a bordo de un colectivo Mercedes Benz del año 60). Estábamos en Tilcara la noche anterior a salir de viaje, preparando los equipos, pintando el colectivo, y fuimos a cenar con un grupo de coplearas campesinas. Hablando con las madres me contaban cómo habían salido a luchar con sus hijos a la par de sus compañeros que llevaban la lucha hace tiempo,  me decían que era una experiencia que las había marcado y que estaban convencidas por dejarle la tierra a sus hijos y sus nietos. Entonces a mí se me ocurrió esa vidala respetando sus dichos. Una de ellas me decía “nosotros estamos cansados de que nos cambien el nombre. Antes éramos indios, después éramos aborígenes, ahora somos originarios, pero de fondo la problemática sigue siendo la misma y la cosa no cambia”. Entonces poéticamente yo puse “siguen teniendo la misma sed” en el estribillo", contó en charla con De Ushuaia a la Quiaca.

 

Capaz de transitar con su interpretación, caminos que van del folclore al tango, y de la música brasilera al bolero, Mery Murúa inició sus estudios de canto en Cruz del eje, y luego se trasladó a Córdoba Capital, donde siguió cantando. Antes de “Acacias” editó un primer disco homónimo, fue protagonista de la gira-documental "La 40", junto a Joselo Schuap y la dirección de Pepe Tobal; que se transmitió por Canal 10 de Córdoba y Canal Encuentro. Convocada por la Diócesis de Cruz del Eje se encargó de la producción artística de “José Gabriel Brochero, Su Cura”, que nació con el objetivo de juntar fondos para la Beatificación del Cura Brochero y que cuenta con la participación de Rony Vargas, Doña Jovita, Paola Bernal, Emiliano Zerbini, Dúo Coplanacu y Juan Iñaki, entre otros.

 

“El camino este que uno inicia, es un camino que no tiene fin. Pasás por un montón de situaciones donde la necesidad artística te va llevando a formar grupos, a ser solista, a tocar otros géneros, a participar en concursos; a moverse en todos los caminos que se van abriendo, entonces uno a partir de ahí va recaudando toda la experiencia que va dando lugar a lo que una va haciendo.

 

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