sobre los versos

La metapoeta: Georgina Grasso publicó nuevo fanzine

LITERATURA
1 de octubre de 2024

 

Conocida como Shorshu o Humita, la artista nacida en Rosario en 1996 trabaja poesía, ilustración, diseño de indumentaria y cosplay. A las varias plaquetas que publicó con sus textos y dibujos se suma ahora "mi yo poeta es mi peor yo" editado por Danke. Su libro vos y yo fue seleccionado en la colección Felipe Aldana de la EMR. El siguiente texto fue leído por Bernardo Orge en la presentacion del nuevo fanzine de la autora en Librería Oliva. Al final de la nota publicamos además tres poemas suyos.  

 

Por Bernardo Orge
Fotos: Giulia Antonelli

 

 

La casualidad, la atención, el gusto, el método. Las cualidades que consciente o inconscientemente cultiva cualquier persona que empieza a leer y escribir poesía. La casualidad, la atención, el gusto, el método. La casualidad, para estar donde hay que estar y ver lo que hay que ver, para escuchar la frase justa pronunciada por alguien más, para ir ahí adonde aparece la idea, cuando tiene lugar la conversación. La atención, para que ese evento prodigioso, el verso escuchado, leído, imaginado o todavía inexistente, no pase desapercibido. El gusto, para descartar, para separar lo necesario de lo accesorio, lo propio de lo ajeno. Y el método para perfeccionar y volver a repetir el ciclo una y otra vez sin ser del todo consciente, intentando que cada paso se superponga cada vez más con los otros.

Hay un facilismo que nos lleva a pensar que a quienes les interesa la poesía que privilegia la expresión directa de hechos, pensamientos y sentimientos, como en principio parece que pasa en la poesía de Georgina Grasso, cultiva, de estas cuatro cualidades, solamente una: la casualidad, que encima se da mejor cuanto menos se la cultiva. Los poemas serían solamente anotaciones surgidas de momentos de inspiración mundana. Miro por la ventana del colectivo y anoto algo; estoy en una fiesta, en una lectura de poesía, y escribo en el celular; miro una serie… etc. Puede ser, y está bien, que a veces los poemas sean eso, pero casi nunca son solamente eso.

Al menos no es solamente eso lo que pasa en el caso de Georgina. Shorshu, poeta de la frase inmediata, de las cosas dichas como son dichas cuando hay que decirlas rápido y querés que sean entendidas —“pregunté si alguien quería algo del kiosko / para sentirme parte de algo”—, Shorshu, por momentos explícita, casi trash —“te caés sobre una mesa que se rompe / te quebrás la pija / y todo sale mal”—, cultiva la atención y el gusto como nadie. Selecciona solamente lo que le interesa. “No leo al azar —escribe— / leo gente que conozco”; o directamente: “voy a hacer una serie de confesiones: / no me gusta leer”.

Tiendo a creer que no se está haciendo la canchera cuando dice ese tipo de cosas, antes bien, está ejerciendo la atención selectiva como solo puede hacerlo una poeta que rechaza lo artificial. Es una cuestión de refinamiento: atención y gusto. Solamente de esa manera puede descartar lo superfluo y llegar a lo suyo, ya no a lo insignificante, sino a lo que no es lo que parece, solamente así desarrolla su don, que consiste en ver el mundo real como si se tratara de una dimensión paralela.

Una vez compartimos un taller. Sábados a la mañana en la Biblioteca Estrada. Era un grupo muy variado, de esos que parece que se dan una sola vez, pero que en realidad se dan siempre. La poeta política, la poeta visionaria, el barroco, el melancólico… y Shorshu. Cada uno proponía una conversación y cada conversación formaba parte de una mayor. Pero ella… bueno, ella llevaba unos poemas a los que no se le podía tocar ni una coma, pero no porque fueran perfectos; todo lo contrario: ¡por miedo a corregirlos y sacarles la gracia!

Ahí me hice por primera vez la misma pregunta que me hago ahora: ¿cómo pule su herramienta la poeta de la expresión directa? ¿qué hacer con unos versos que solamente pueden ser como vienen hechos, hasta en su imperfección, o mejor, como decía, con unos versos cuya gracia depende en parte de la imperfección, de ese no sé qué que los aleja de lo correcto para acercarlos a lo corriente?

Es un asunto delicado, porque ahí, en la ocurrencia, en eso tan difícil de describir estilísticamente e imposible de calcular de antemano, no se juegan la historia ni las palabras de una tribu, se juega un momento singular de la lengua, que necesariamente incluye lo anterior. Y aunque la respuesta no era difícil, recién ahora la veo: el poeta de la expresión directa pule los versos en tanto cultiva la atención. Suena a una máxima poética de la dinastía Tang, pero lo mismo vale para este caso, en esta ciudad argentina del siglo XXI. Solamente así se puede llevar la expresión directa hasta el límite en el que deja de serlo.

La poesía de Shorshu, a diferencia de lo que induce a pensar su estilo, no trata sobre lo que pasa, trata casi siempre sobre lo que no pasa: “no voy a ir a un evento de poesía / y me voy a quejar / de que nadie me invitó”; “me pone mal pensar en la cantidad de poemas que no existen”; “te puedo imaginar / en un momento lindo que no existe / en cualquier momento”. La poesía de Shorshu trata, incluso, de cosas de este mundo que por obra de arte dejan de serlo: “…la palabra pony / que es una de mis favoritas / siempre pienso que no existe / aunque wikipedia diga lo contrario”.

Muchos de sus poemas tienen una estructura triple: parten de una situación de lo más llana —cocinar una pizza con un chico, por ejemplo, ir a una lectura de poesía, enamorarse de un metalero—, después derivan sin solución de continuidad en el puro ensueño, en los juegos de la imaginación, y por último terminan insinuando que en realidad todo el poema, desde el principio, fue una fantasía. Ella le pone nombre: dice que está “disociando”, o que se “desdobla”.

Por ejemplo: está en la lectura de poesía sin prestar atención y empieza a imaginarse que el metalero está con ella: “confieso que estoy disociando / imaginando al metalero sentado al lado mío / con su cabeza en mis rodillas…”, y así sigue un rato para después rematar diciendo que en realidad no está en la lectura de poesía, está componiendo la escena mientras escribe. En otro poema arma directamente esta secuencia de versos, con cita a los Pixies incluida: “desdoblar / desdóblate / desdoblo / te desdoblo / dónde está mi mente? / existo?”.

Shorshu disocia, se desdobla: como si quisiera estar ahí, ser una chica que vive intensamente el presente de cada día, pero como si a la vez, como escribe, “el motivo para el que fue creada / fuera no ser parte de algo”. Este tipo de pases de arte entre lo real y lo imaginario, entre lo que parece que está pasando y no pasa, termina por generar una especie de realismo paralelo: se representan las cosas tal como son, pero tal como son en una dimensión alternativa.

Se ve muy claro en los poemas de su libro, Vos y yo, en los que los dos protagonistas no hacen más que pasearse por escenarios de fantasía que se suceden como niveles de un videojuego melancólico y exasperante, pero en realidad el mismo procedimiento está presente en casi todos sus poemas. En Mi peor yo es mi yo poeta lo dice explícitamente: “a veces me pienso / como un ente interdimensional / de una película de ciencia ficción / que, simplemente, transita por los reinos / observando sin interferir”. Inclusive, en un poema de una de sus plaquetas autoeditadas termina de invertir los términos entre realidad y ficción para plantear lo supuestamente standard como sobrenatural: “tengo un superpoder / que es pensar racionalmente / como un ser humano funcional y sociable / y hasta casi poder parecer normal”.

Es verdad que Georgina es una metapoeta, como se autodefine en uno de sus textos: escribe poemas sobre poemas. Peor que eso, es una meta-metapoeta: escribe sobre escribir poemas sobre poemas. Esa vuelta de tuerca ya es lo suficientemente extraña como para llamarnos la atención. Pero además de esto Shorshu es una metapoeta en un sentido nuevo, que es este del que venimos hablando, y que salta a la vista al leer la plaqueta publicada por Danke: crea un metaverso, en el que revela que el mundo en el que vivimos no es más que una realidad paralela de otra, menos real. Que hay cosas que no existen, aunque Wikipedia diga lo contrario.

Una vez hace no tanto estábamos en una lectura en la que participaba Shorshu y le escuché decir a un poeta genial de otra ciudad algo como: “¿qué parecido que suena todo, no?”.

Me enojé un poco. Me pareció que estaba equivocado. Además de Georgina, de la misma lectura participaban otras poetas que me interesa leer y que escriben, al menos me da la impresión a mí, cada una de forma distinta. Para colmo, durante esos días ese poeta había dicho algunas de las cosas más precisas y sutiles sobre poesía contemporánea que jamás escuché. Por un momento se me ocurrió pensar que —a propósito— estaba haciendo el papel del detractor de la música electrónica: ese personaje clásico, medio de los 90 / 2000, como Pappo en aquel programa de TV, que dice que todo suena igual porque no escuchó atentamente. Es una cuestión de refinamiento, pensé. No llega a advertir entre la masa amorfa de lo mismo el brillo de la diferencia. Escucha en todas las poetas similares atributos: ternura, intimidad, efectismo, entusiasmo.

Pero mirá Shorshu, cómo puede ser que no escuche que ella agarra el tono de época y lo da vuelta en todos sus lugares comunes: ternura, pero solamente si es en el ridículo; intimidad, pero falseada; efectismo, pero en la ironía; entusiasmo, puede ser, pero nada más si se llega al entusiasmo desde la ansiedad —y, ojo, conviene hablar de la ansiedad, porque este sí que es el sentimiento de época—. Frente a los recuerdos y la sensibilidad a flor de piel — “escucho muchos poemas / sobre la vida de pequeño en el campo…”—, Shorshu dobla la apuesta y propone la intensidad, ser intensa: “soy medio intensa / y espero que no / leas esto”; “perdón por esta intensidad / siento que si no soy intensa / no soy humana”. Incluso más, es densa: “Voy a densear / y ahora que estoy denseando, obviamente, les invito / a no ser mis amigues”.

En fin, ahora que me volví a acordar de aquella lectura, le otorgo al poeta de otra ciudad el beneficio de la duda. Al fin y al cabo, era un poeta genial, y no conviene tomarlo tan a la ligera. Dijo que todo sonaba “parecido”, y “parecido” no es lo mismo que “igual”. Distinguirse no implica distinción. Es más, distinción no significa necesariamente estilo. Capaz mejor que en una primera escucha alguien pueda pensar que lo de Shorshu es igual a todo lo demás, capaz justamente ahí reside parte de su gracia.

 

 

TRES POEMAS DE GEORGINA GRASSO

 

 

escucho muchos poemas
sobre la vida de pequeño en el campo
la vida de pequeño viajando al campo
pescar de pequeño en un arroyo
tu abuela haciendo algo
no sé
ordeñando una vaca
y la vaca te mira a los ojos
yo nunca fui al campo
nunca viajé para ver a un familiar
todos mis familiares viven en Rosario
no me gusta viajar
lo odio en realidad
no me gusta estar fuera de Rosario
igual, no me gusta decir que soy de Rosario
porque no me gusta el río
odio el río
me parece asqueroso
las cosas que no conocés rozándote los pies
la arena en la bombacha y adentro de tu bolso
a mí me gusta estar en mi casa
que mi abuela venga a mi casa
jugar adentro con mi abuela
a las cartas
mi infancia fue adentro
lejos de todo lo solemne 

 

 


mi gato está sentado en la ventana al sol
su pelaje es brillante
y sus pupilas son sólo una línea
porque el día está muy brillante
yo estoy adentro
a una buena temperatura
aunque sé
que me tengo que bañar
y lo voy a hacer pronto, todavía no
con agua fría
que voy a sufrir un poquito
pero está bien
hoy es el día más caluroso de este verano hasta ahora
leo unos poemas
de una antología que saqué anoche de la repisa
porque quería leer uno en particular
no leo al azar, leo gente
que conozco
me imagino sus voces leyendo
cambio de uno a otro, como si estuviéramos
en un recital de poesía
uno tiene la palabra pony
que es una de mis palabras favoritas
siempre pienso que no existe
aunque wikipedia diga lo contrario

 


miré parasite
para sentirme parte de algo
instagrameo todo
para sentirme parte de algo
le di corazones a un vivo
para sentirme parte de algo
dije que me molestaba el ruido de la fábrica
para sentirme parte de algo
me puse una remera de los beatles
para sentirme parte de algo
sonreí aunque no me dio gracia el chiste
para sentirme parte de algo
fui a comer hamburguesas con mis compañeres
para sentirme parte de algo
pregunté si alguien quería algo del kiosko
para sentirme parte de algo
fui a una lectura
para sentirme parte de algo
me tomé una birra
para sentirme parte de algo
escribí un poema sobre bailar
para sentirme parte de algo
no me fui al baño a llorar
para sentirme parte de algo

 

 

 

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