Una argentina de más de treinta vuelve -quizás escapando- al lugar que sus padres eligieron para exiliarse políticamente (Heidelberg, Alemania), se entera allí de que está embarazada (aunque no sabe con certeza quién es el padre), se encuentra con Mario, un amigo de su familia que ha decidido no volver a la Argentina más por el recuerdo de su ex novio desaparecido que por motivos políticos, y su compañera japonesa de residencia estudiantil se suicida. No hay, a pesar de lo anterior, ninguna epifanía.
En La habitación alemana (Mardulce, 2017), Carla Maliandi, quien llega a su primera novela desde el teatro, esquiva toda revelación trascendente a la vez que hace lo mismo con los lugares comunes. Mediante ciertos vasos comunicantes con su vida, pero sin caer en el cansino tema de lo autobiográfico, Maliandi atraviesa con habilidad y sin posmodernismo el relato colectivo de la última dictadura aunque no lo convierte en leitmotiv.
Su novela trata sobre todo las vicisitudes de una mujer que mientras considera alguna resolución sobre su futuro navega otras relaciones personales que influeyen sus días lejos de casa. En una atmosfera enrarecida, cuando parece que la tensión aumenta, esta se desvía, nos desconcierta. Leve pero narrada con firmeza, la novela de Maliandi parece asumir, de modo auténticamente nuevo parte de la historia política reciente, a la vez que logra sumergirse de un modo profundo en el comportamiento de una mujer que está sola y espera.
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