¿Se puede hablar de la vida de un hombre sin, al menos de modo oblicuo, referirla a la vida de otros, a las peripecias de su época? No es solo la vida de un hombre sino también su muerte lo que Martín Sivak intenta referir o reconstruir en El salto de papá (Seix Barral, 2016). Existe, además, un factor determinante: el vivo y el muerto son el padre del autor. El salto de papá también es un ajuste de cuentas con la novela familiar de Martín.
Los Sivak, figuras prácticamente públicas, tuvieron su primera exposición en 1979 debido al secuestro y asesinato de Osvaldo, tío de Martín y hermano mayor de su padre. Jorge Sivak -quien se reconocía como marxista-leninista, fue banquero y hombre de negocios turbulento- se dio muerte el 5 de diciembre de 1990 al saltar del departamento de su padre, Samuel, abuelo del autor. Esta crónica –familiar, política y social- empieza así: “Antes de tirarse de palito de un piso dieciséis, papá se despidió de la clase obrera argentina.” A partir de esta línea, lo que sigue es una condensada narración en la que se sintetizan la vida familiar de los Sivak -unida al PCA mediante los negocios del abuelo Samuel y cierta adscripción ideológica- y los avatares políticos argentinos.
Sin tragedia, sin patetismo pero con todas las armas del periodismo de investigación y una prosa sin sorpresas pero sólida, pertinente, Martín Sivak hace gala de una objetividad ya afianzada en otros biografiados (Mariano Grondona, Evo Morales, el diario Clarín) para, tal vez, escribir un duelo y esclarecer parte de la historia reciente del país y la suya propia.
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