A partir de un anecdotario excéntrico y una vida literaria retirada, alejada de los círculos de académicos y escritores y los circuitos de legitimación –alejada, en una palabra, de Buenos Aires–, se puede hablar, como anuncian las solapas de sus libros, de un Mito Filloy. El mito del hombre de los tres siglos, el que nació en el XIX, vivió durante el XX, murió en el XXI. El mito de los libros de publicación errática, todos titulados con nombres de siete letras, por lo menos uno para cada letra del abecedario. El de la palindromía, las más de 6.000 frases que se leen igual al derecho y al revés que compuso a lo largo de su vida. El de la correspondencia con Freud, quien declaraba haber leído con fruición alguno de sus libros. El del joven boxeador, el del nadador incansable, el del políglota, el erudito, el asiduo visitante de burdeles...
Pero, ¿quién fue Filloy y cómo escribía? ¿No será que el anecdotario es una trampa de contratapa, una salida fácil para circunscribir la vida de un escritor y pasar de largo su obra, sin tener que leerla?
"La literatura –solía decir– ocupó toda mi vida. Lo mío es como una revancha a tantos siglos de analfabetismo familiar".
Juan Filloy nació en Córdoba en 1894 y murió en la misma ciudad en el 2000. Hijo de Benito Filloy, un campesino de Pontevedra, Galicia, y de Dominique Grange, campesina francesa, se crío detrás del mostrador de "La Abundancia", el almacén de ramos generales que regenteaba su padre. "La literatura –solía decir– ocupó toda mi vida. Lo mío es como una revancha a tantos siglos de analfabetismo familiar".
En 1920, recién graduado de la carrera de Derecho de la Universidad de Córdoba –donde participó de la reforma universitaria–, se traslada a Río Cuarto, ciudad en la que se quedaría durante los siguientes 64 años. Ahí, formaría una familia y llegaría a desempeñarse como juez. Y el mito se acrecienta: mientras fungió como magistrado, siguió escribiendo, pero no publicó un solo libro; con Paulina Warshavsky, su mujer, se conocen un viernes, son novios un sábado, se comprometen el domingo y el lunes se casan.
En 1930 publica Periplo, una crónica de sus viajes por el Mediterráneo. A ese primer libro le seguiría una vasta obra que alcanza los cincuenta títulos, muchos de ellos inéditos hasta el día de hoy. En 1934 aparece Op Oloop, novela que muchos consideran su obra maestra. El libro, genial y controvertido, es declarado pornográfico por el entonces intendente de Buenos Aires, que prohíbe su venta. Alfonso Reyes, prestigioso académico, no vacila en referirse a Filloy como uno de los mejores escritores hispanoamericanos.
Secreto, de culto, lúdico, experimental, zarpado, políticamente incorrecto, todas palabras que le caben al texto sobre el que vamos a charlar en esta columna. Hoy, en Un largo etcétera, "Op Oloop, la novela secreta que para muchos cambió la historia de la narrativa argentina".
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