En Seres queridos (Anagrama, 2017), Vera Giaconi. Montevideana pero residente en Buenos Aires, indaga con cierta ironía y crueldad, ya desde el título, sobre las relaciones humanas. En esta serie de cuentos compactos desfilan hermanas, relaciones de pareja, madres, padres e hijos.
Giaconi se vale de un modelo prestigioso y establecido: el cuento realista que oculta una revelación. A diferencia de los relatos de géneros históricamente considerados menores (el policial, el terror, el fantástico, etc.), donde prevalecen la trama y la intriga, en estos diez relatos la autora insiste en develar la trama oculta, el secreto oscuro que anida en todo vínculo supuestamente amoroso. Aquí tanto los personajes como los ambientes parecieran meras excusas para construir un elemento siniestro aunque no sobrenatural que se repite, con alguna variación, a lo largo de todo el libro. Personajes y ambientes sin fondo (sin psicología o caracteres delineados) se funden de relato en relato y otorgan un único tono a todos, a pesar de las diferentes situaciones narradas.
En el terreno más que seguro que le ofrece el arco trazado por Chejov, el Joyce de Dublineses y Carver, la montevideana no sale del territorio veladamente amenazante de cualquier familia. Con un estilo casi siempre descriptivo, sin ninguna pirueta verbal, los diez cuentos, deliberadamente en la línea ya mencionada, continúan una tradición cuentística que pugna por seguir levantando sospechas acerca de la realidad que nos acecha día a día.
+ Esuchá la columna sobre Seres Queridos de Vera Giaconi