Sección sobre poesía argentina en la que diversos/as poetas recomiendan obras actuales e históricas del género: desde las preferencias y pasiones personales a aquellos títulos considerados clásicos en la poesía de nuestro país. Martín Prieto elige poemarios recientes de Fernanda Jurado, Leonardo Berneri y Georgina Grasso.
* Por Martin Prieto
Fernanda Jurado, Ahora que no soy atleta
(Emr, 2023)
Hay un arco que se abre en un libro de Leopoldo Lugones y cierra en este de Fernanda Jurado. Del lado de Lugones, unas chicas que agraciaban de blanco la pradera verde mientras jugaban al “tennis”. Del de Jurado, es ella misma quien juega al tenis. O, jugaba. Hasta que un día, en un G2 de Villa María, después de perder contra una a la que le ganaba seguro, se volvió a su casa y no jugó más:
“Ahora sigo los torneos por tv, / hoy vi la semifinal / del abierto de Australia / ganó Aryna Sabalenka / (…) / La veo jugar y lloro, pienso / ella materializa las cosas / que yo nunca entendí / quiero verla ganar la final del sábado / sentirme parte de la gloria / ahora que no soy atleta”. Poemas, por su forma y tono, de estudio y caballete, que suceden casi siempre, sin embargo, al aire libre, en el vértigo de la calle.
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Leonardo Berneri, Fábrica.
(Caburé, 2024)
Fábrica tributa de modo lateral a la muy buena pero ceñida tradición de poesía proletaria en la Argentina. Pues no se trata en este caso de poemas obreros, de experiencias directas de trabajo, huelgas y accidentes en el Cordón industrial que bien hubieran valorado Elías Castelnuovo y la escuela de Boedo, sino de ese mismo material visto ahora por el hijo de los operarios de una fábrica de papel.
El vínculo filial provoca con el asunto una tensión entre cercanía y distancia, mejor resuelta cuanto más distante es: “Papel / porcelana / cereales / aceites / ácidos / sulfatos / combustibles / motos / medicamentos / municiones: podríamos fundar / un Estado independiente”.
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Georgina Grasso, Mi yo poeta es mi peor yo
(Danke, 2024)
Muy rápidamente, Georgina Grasso manifiesta la materia de los poemas de este libro encantador: son poemas sobre escribir poemas. Así, la autora, se define como “metapoeta”. Sin embargo, la probable ambición de semejante categoría es desactivada por la misma metapoeta: los poemas que querría escribir no le salen, o los olvida, o se le ocurren cuando está haciendo otra cosa, o le pasan al lado y no los ve, como si fueran una porción de pizza fría que fantaseó que había guardado en la heladera y cuando la fue a buscar ya no estaba.
Dada la suma de decepciones, el libro no sería sobre escribir poemas sino sobre no escribirlos. Salvo porque lo componen una fragante docena de piezas que en su conjunto sortean dos dificultades que tal vez no hayan sorteado aquellos a los que ella, irónicamente, llama “los poetas de alta gama”: construir un personaje y dotarlo de una voz.
* Martín Prieto. Rosario, Santa Fe, 1961. Es Profesor y Licenciado en Letras y Doctor en Literatura y Estudios Críticos por la Universidad Nacional de Rosario, donde se desempeña como profesor titular de Literatura Argentina II y director del Centro de Estudios de Literatura Argentina. Es autor de los ensayos Breve historia de la literatura argentina (Taurus, 2006), Saer en la literatura argentina (UNL, 2021), Un enorme parasol de tela verde (Eduner, 2023), de los libros de poemas Verde y blanco (Libros de Tierra Firme, 1988), La música antes (Libros de Tierra Firme, 1995), La fragancia de una planta de maíz (Libros de Tierra Firme,1999), Baja presión (Vox, 2004), Los temas de peso (Vox, 2009), Lo que no debió pasar y pasó (Neutrinos, 2021), de la novela Calle de las Escuelas número 13 (Perfil, 1999) y del libro de noticias Un poema pegado en la heladera (Blatt&Ríos, 2024). Formó parte del Consejo de Redacción de Diario de Poesía (1986-2001), fue director del Centro Cultural Parque de España/Aecid de Rosario (2007-2014). Entre 2013 y 2015 fue coordinador general del Festival Internacional de Poesía de Rosario y entre 2016 y 2018 curador del programa Año Saer.