Gashetas surtidas

EL ESCRITOR EL MUSICO Y EL BAR
5 de noviembre de 2012



foto: Rocio Mendez

Gashetas surtidas
Por Natalia Massei *
 

El menú ofrece dieciocho canciones a la carta. Elige el público por sorteo o licitación. Un niño mete la mano en la urna sombrero y saca el 91. El ganador decide qué canción dará inicio al show. Tengo el ochenta y ocho: por tres números no me tocó elegir la apertura. Una ilusión de linealidad que insiste fuera de contexto. En un sombrero negro todos los números se mezclan.

91. Glu Glu

¿Vals? ¿Tango? ¿Milonga? La verdad es que no sé distinguir. Música acuática del Río de la Plata para abrir el espectáculo de Tío Gasheta en el Espacio Cultural La Peruta, una casa de alto sobre Avenida Pellegrini, lejos de las pizzerías y las heladerías repletas.

En el centro de la escena hay lunares. Un vestido ligero que baila con gracia. Una voz que se impone. Camisas de diferentes colores. Zapatillas de lona, pantalones de traje. Blanco sobre negro. Al hombre que se encuentra a mi lado le da el reflejo de la luz en los ojos claros. Parece que fueran transparentes pero adentro no se ve nada. La Negra modula con todo el cuerpo la alegría de saber mirar, a través de las burbujas, la felicidad. Con los ojos no es lo mismo. Redondo, redondo, barril sin fondo.

88. O mutante du meu amor

Ésa soy yo: el número y la canción. Al llegar nos habían entregado el Menú con la lista de temas. Mientras tomábamos algo en el patio, a media luz, yo ya había elegido la canción por si llegaba a salir mi número. Se lo dije al muchacho de ojos celestes - en la penumbra eran dos puntos negros rodeados de agua.

89. La chingada (Desdicha Mariachi)

Por un instante los números de talonario se alinearon. El chico 89, que antes de perderse en el sombrero, había llegado al concierto de la mano de la chica 88, la prosiguió por voluntad del azar, o acaso del destino, en el orden del sorteo. El joven eligió chingarla y la banda se rearmó. Del inesperado reencuentro nació un lamento mariachi de voces, cuerdas y vientos.

108. El muñeco

El patio de La Peruta tiene un faro que ve por encima de los muros y un mar de fondo que te rodea. Habíamos llegado temprano y nos habíamos instalamos allí sobre dos bancos de plástico entre otros grupos de gente cuyas caras no se veían. Nosotros tampoco nos veíamos bien. Siluetas apoyadas sobre las paredes compartiendo cerveza. Dos chicas sentadas en banquitos de tronco comiendo tarta pascualina. En el centro, un corro numeroso acomodado en sillones de jardín cenaba y conversaba en voz baja. Deben ser los músicos, pensé. Me gusta ver a los artistas fuera de escena. Es como palpar un misterio, un fulgor.

98 no se encuentra en la sala. El sorteo se repite.

83. Fútbol

Las empanadas se habían hecho esperar. Cuando nos daban el pase a sala, Franco llegaba desde la cantina con un plato en la mano. Preguntamos si era posible entrar con la comida y el porrón: ningún problema, siempre que tuviéramos cuidado de no derramar sobre el parquet que, por cierto, brillaba. Nos habían reservado lugares en primera fila para facilitar mi tarea posterior: escribir esta crónica sobre el recital de Tío Gasheta. Los instrumentos estaban dispuestos sobre el escenario a nivel del suelo. El espacio escénico demarcado por una línea de velas encendidas comenzaba a un paso de mis pies. Apoyé el plato sobre las rodillas y recién di el primer mordisco cuando advertí la presencia de otros comensales en el auditorio. El aire acondicionado marcaba veinticuatro grados y esparcía un aroma a comino y a masa que cruje en el horno.

113. You know

113 ya conoce las variedades del menú y elige sin titubear un swing. Los vientos se desatan. La cantante alcanza sus picos más agudos. Desde sus sillas, los cuerpos de la platea acompañan el vaivén acelerado de jazz moviendo cabezas, hombros y rodillas. Acomodo meticulosamente mi plato vacío debajo de la butaca. Subo y bajo los empeines sin despegar los dedos del piso que trasmite electricidad. El chico de al lado no se mueve y mira fijo a la banda. La luz le sigue pegando en los ojos. Imposible saber dónde está el hombre detrás de las pupilas.

100 tampoco está. Es probable que se haya retirado con 98. Va de nuevo.

118. Sueño circular + Subcielo

Bossa Nova pega perfecto con noche calurosa. Con humedad después de un día largo. Con murmullo de fondo, cosquilleo, cerveza helada que se entibió y fiesta que va terminando. Saudade. Según Wikipedia, un vocablo difícil de definir: sentimiento cercano a la melancolía, estimulado por la distancia temporal o espacial de algo amado y que implica el deseo de resolver esa distancia. Tío Gasheta tiene algo de ese goce y esa nostalgia que en portugués son una sola cosa. Un cóctel energizante de voces, sonidos, colores, texturas. Te hace extrañar tiempos y lugares que nunca conociste y te recuerda cosas que sí conociste y extrañás. Entre tema y tema, sigo buscando la mirada en esos ojos iluminados. La Bossa Nova se funde en otro ritmo y todo vuelve a empezar.

 

 

*Escritora. Publica en las contratapas de Rosario/12. Integró las antologias "Nada que ver" (Editorial Caballo Negro) y "Rosario: Ficciones para una nueva narrativa”, un libro que recopila a jóvenes escritores rosarinos" (Editorial Baltasara)

 
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