SALVADOR TRAPANI: EN BUSCA DEL PROPIO CLOWN

Escénicas
27 de junio de 2015

Entrevista y texto: Bernardo Maison y Daiana Henderson.

 

El público está en la sala, y no hace falta más que una expresión facial casi neutra de Salvador Trapani para entrar en el estado hipnótico y benevolente de la risa. Cautivos, somos partícipes de  aventuras musicales insólitas y anécdotas desopilantes, recorriendo costumbres y melodías de culturas distantes y aún inexistentes.

Como un director de orquesta con la capacidad de afinar nuestros sentimientos, el músico, luthier, y clown hace sonar instrumentos inventados por el mismo a partir de elementos cotidianos. Restos de grifería, latas, cuerdas, caracolas, y un serrucho, junto a un uso magistral del humor absurdo, minimalista y excéntrico, constituyen el material de las obras que el artista presenta hace ya veinte años.

En visita a nuestro programa La canción del país, Salvador Trapani brindó una extensa y cálida entrevista en la que repasó varios aspectos de su vida personal y artística.

La infancia en Carreras en la talabartería de su padre donde Guerrero Marthineitz sonaba en la radio y los vecinos conversaban, el cine como “una ventana maravillosa al arte”, su llegada a la ciudad a estudiar locución, los comienzos y la formación teatral en el contexto de los ochenta rosarinos, y la búsqueda del propio clown, son algunos de los temas de la conversación. 

Desde el radioteatro, realismo, teatro infantil, teatro callejero y rutinas cómicas, entre sus espectaculos y obras se cuentan “Teddy Voldo contra Viento y Marea” (1992), “Lavanda con Caramelino y Budinetta” en coautoría con su mujer Elena Guillén (1993), “El sexo de los ángeles” en coautoría con Elena Guillén y Yeni Mata (1994), “Caramelino Allegro Andante” (1995), “Concierto Desconcierto” (1996), “Desconcierto Grosso” en coautoría con Esteban Sesso (1997), “L’Invention” (1999) y “La Royalle” (2002).

MOLDEAR LOS MATERIALES

Salvador Trapani nació y se crió en el pueblo de Carreras, cerca de Alcorta y Melincué, en la provincia de Santa Fe. Actualmente vive en Baigorria y tiene su taller de trabajo en Ibarlucea, pero también vivió tiempo atrás en Buenos Aires y Mar del Plata. “El lugar está en uno mismo, –dice– pero uno lo sale a buscar”.

En la talabartería familiar: “Trabajábamos todo lo que es arneses de carruajes, de  sulkys, de caballos. Eso fue una infancia de juego y al mismo tiempo de contacto social".

De chico, además de “hacer de todo”, cuenta que sabía trabajar con su padre en la talabartería familiar: “Trabajábamos todo lo que es arneses de carruajes, de  sulkys, de caballos. Eso fue una infancia de juego y al mismo tiempo de contacto social. En mi casa la única puerta de entrada era la puerta del negocio, entonces era todo el día con gente. Ahí uno escuchaba historias, conversaciones muy íntimas de amigos de mi viejo (…) Y ahora que charlamos, yo que me dedico a hacer música y humor, me acuerdo de Landriscina, él fue un maestro en narrar lo costumbrista”. 

“En la infancia uno es una esponja, de lo bueno, de lo que te daña, de lo que te da placer. Después uno le pone cabeza, pero en principio lo vive”, reflexiona Salvador. Como determinantes en su temprano entusiasmo artístico identifica, además, al cine, la radio y la música. 

“El cine, de chico, fue una ventana maravillosa al arte: además del maíz y el campo y las vacas había otra vida y otra idea de belleza (…) Y la radio con Hugo Guerrero Marthineitz, cuando lo descubrí mi cabeza explota. Descubrí música que me movilizaba. Alguien que transmite el conocimiento de cosas nuevas y de calidad es algo magnífico para la radio. En ese momento fue muy particular. Alguien que podía leer veinte minutos, se piraba y metía siete composiciones de Piazzolla. Yo lo adoré porque dije: este hombre está loco y se lo agradezco.

Recordando sus primeros pasos musicales comenta: “La música estuvo siempre conmigo, a los 12 años integraba la banda infanto-juvenil “9 de Julio” del pueblo. Empecé con trombón, después pase al Yeni, al Bombardino… Ahí me asomé a todo lo que son las notas del pentagrama y demás. Yo no leo música, creo me jugó una trampa la gran facilidad  auditiva que tengo. Al estudio medio que me le cruzaba de vereda.”

SU LLEGADA A ROSARIO: LOCUCCIÓN Y TEATRO

“Después de andar un rato largo” en el año 1982 Salvador llegó a Rosario a estudiar Locución. Menciona a Susana Tealdi, y a Quique Pesoa entre los que estaban en esa carrera que siempre le “atrajo”.

Poco tiempo después también se asomó al universo del teatro. Tuvo de maestro al actor y dramaturgo Mirko Buchin, a quien Salvador considera determinante. “Tuve mucha suerte en arrancar con un profesor de ese tamaño a nivel humano y pedagógico. Ahí dije: este es un territorio en el que me quedo a vivir

Arranqué con actuación y vi un poco de todo: realismo, absurdo, todo lo onírico… Uno se va asomando a distintas líneas del teatro. Y después… algunos nos definimos por donde estamos mejor.”

Como espectador o protagonista, Salvador revive cómo vivió en la Rosario de los 80 el contexto de las artes escénicas: “Lo más potente fue el teatro popular, había mucho del teatro de calle, mucho teatro callejero y muy politizado. Había mensaje, había que tener mensaje y todos teníamos muchas ganas de decir cosas y de cambiar absolutamente lo que veníamos viviendo”.

“Ese era un poco el eje” marca, aludiendo a los días post-dictatoriales. “Acá llegó a haber tres grupos que trabajábamos el mismo día en distintos lugares: en plaza Montenegro, en San Martín y Córdoba y en la plaza Pringles”. De la segunda mitad de los ochenta y comienzo de los noventa, Salvador trae algunos nombres. “Trabajaba el grupo El Tábano, Del potrero al matadero, Miguel Franchi, Lili Gioa. Estábamos nosotros con “La acción” (Grupo Teatro de la Acción) con Norberto Campos”.

“Yo en un punto miro y digo empecé tarde” reconoce, y comenta que le genera una fascinación la facilidad con que los chicos de hoy, apenas terminan el secundario ya tienen en claro qué camino quieren seguir. “A mí maravilla ver que los chicos hoy definen antes. Terminan el secundario y están más enfocados en lo que les gusta o lo que no les gusta para no hacerlo”.

TIEMPO DE BUSQUEDA Y DEFINICIONES

“La formación en ese entonces (los ochenta) era de carácter independiente con profesores, venía gente de Buenos Aires, la Asociación de Actores traía talleres. El primer taller de clown lo dio Sergio D´Angelo y ahí fuimos todos. Los actores de distinta formación caímos a hacer ese curso y estuvo buenísimo”, recuerda Salvador.

En los 80`. Taller de D´Angelo. “Ahí terminé de definir en qué agua me gustaba nadar, si bien no soy muy bien nadador, te diría que soy como el pez martillo: hasta el fondo no paro. (Risas)”.

Para ese entonces, cuando el fenómeno del clown dentro del panorama escénico contemporáneo no era aún del todo conocido, Trapani identifica el taller de D´Angelo como un momento decisivo para su futuro artístico: “Ahí terminé de definir en qué agua me gustaba nadar, si bien no soy muy bien nadador, te diría que soy como el pez martillo: hasta el fondo no paro. (Risas)”.

Al hablar largamente sobre su recorrido, y su búsqueda ecléctica, salta a la vista que nos encontramos ante un artista que ha encontrado y se ha asentado, al menos temporalmente, en su lugar: “Cuando reviso un poco veo que tuve muchas etapas de tiempo largo de búsqueda pero que en algún momento sentí que acá es”.

Y respecto al lugar del Clown dice: “No es que siento yo nací para esto, siento que construí y encontré una herramienta en la que yo puedo expresarme. Es esto: es el humor, es construir instrumentos, que me gusta muchísimo”.

“Yo ya hacía cosas lúdicas como hobbie, y cuando empecé a ver la respuesta del otro lado, y vi que había una llegada, y que yo podía comunicar y decir cosas sin tanta palabras, aun no diciendo nada —como es el lenguaje de la música o de los silencios— ahí dije: bueno, acá sigo trabajando y construyendo. (…) Descubrí esto que hago y que elijo hacer, que me llevó muchos años”.

"Se trata de sacar los biombos que uno pone adelante: el maquillaje es uno, la nariz es otra. Me fascinó la idea de…nada. Un hombre que se para… hace silencio y espera. Bueno a ver, qué hacemos acá: nadamos, hago la plancha, trago agua". 

En algún otro momento su formación se profundizó hacia las reuniones grupales junto a otros actores y clowns (Adrián Giampani, Marcelo Mainini, Nino Viale) para analizar “la estructura de lo cómico, de la risa”.

Así se encontraron con “La risa. Ensayo sobre el significado de la comicidad”, publicado en 1899 por Henri Bergson, el filósofo francés ganador del Premio Nobel de Literatura en 1927, y los estudios de Sigmund Freud “El chiste y su relación con lo inconsciente” de 1905. “Nosotros éramos bastante inconscientes, así que anduvo bien”, remata Salvador.

“A mí me gusta mucho leer biografías de gente que uno admira. O te afianza, o te reafirma o te corre de tu lugar”: La de Chaplin, la del famoso payaso ruso Popov, o la de artistas plásticos en general están entre sus elegidas.

LOS CAMBIOS DE SU PERSONAJE: NADAR O TRAGAR AGUA

La caracterización de ese personaje algo chaplinesco que en los espectáculos actuales tanto divierte al público, fue mutando según cuenta su creador.

Al principio de su trabajo y con nariz roja durante mucho tiempo, Salvador animó cumpleaños, jardines de infantes y escuelas primarias. “Con mi mujer Elena Guillen hemos transitado ese camino de teatro infantil. Fue un aprendizaje muy interesante. Es un público magnifico el de los niños. Es una prueba de fuego, y entonces si uno no pone el problema enfrente dice a ver qué pasó acá”.

“Después abandoné la nariz y me gustó mucho esa idea de qué se puede hacer con nada, sin maquillaje inclusive. Se trata de sacar los biombos que uno pone adelante: el maquillaje es uno, la nariz es otra. Me fascinó la idea de…nada. Un hombre que se para… hace silencio y espera. Bueno a ver, qué hacemos acá: nadamos, hago la plancha, trago agua. Ese desafío a mí me seduce muchísimo con el público”.

“El clown trabaja en primera persona, es una técnica de actuación pero no es personaje, el clown es uno mismo: uno se adorna, se pone, se saca, pero el que juega, el que está ahí arriba y juega es uno"

Esas nuevas posibilidades, las “fui descubriendo con los años. Sobre todo “cuando empecé a afianzarme mucho más” en la época del “Concierto Desconcierto” (1996), y “Desconcierto Grosso” (1997). Sobre esos espectáculos en coautoría con Esteban Sesso Trapani dice: “Perdimos la cuenta de las funciones que hicimos. Trabajamos diez años sin para, viajamos, ahí nos fogueamos muchísimos y yo con el clown también”.

¿CÓMO ES ENCONTRAR TU PROPIO CLOWN?

“Yo admiro la simpleza, ir alivianando en todo sentido”, reconoce Salvador. “Siempre hay un aggiornamento pero en esencia siento que es muy poco lo que cambia. Y  cuando mirás material antiguo, el ABC ya está, viene de La Commedia dell'Arte. Uno es el serio y el otro es el cómico, uno sabe y el otro no sabe. Ese conflicto elemental que es dramático, que es teatro, es el motor acá, en la China, en Rusia o donde vayas.  Nos reímos todos de lo mismo. Vaya a saber qué mecanismo funciona para que pase eso. Después cada artista encuentra una estética, un modo; algunos son verborrágicos, otros de poca palabra. Cada uno de nosotros deberá encontrar su clown, su gracia”.

“El clown trabaja en primera persona, es una técnica de actuación pero no es personaje, el clown es uno mismo: uno se adorna, se pone, se saca, pero el que juega, el que está ahí arriba y juega es uno. Yo puedo jugar con mis cosas con mayor o menor éxito, eso lo decide el público al instante”.

“El clown sabe que está jugando con lo mejor y peor de cada uno. A mí me hacen reír muchísimo algunos clowns, cuando yo veo que alguien se desnuda, puedo ver que se ríe de su sufrimiento, que la está pasando mal y me lo comparte…o la está pasando bien y también es la persona más feliz del mundo. La esencia del clown es eso: lo lúdico y trabajar con su propio conflicto.”

 

PODCAST. ESCUCHÁ LA ENTREVISTA COMPLETA EN LA RADIO

¿Qué se dijo?

La talabartería, la radio y el cine / Rosario para estudiar / Teatro callejero post dictadura / Por qué nos reímos / La búsqueda del artista / El Clown se para y espera. 

En vivo: Salvador Trapani se presenta con su espectáculo de humor excéntrico musical esta noche en el Teatro Empleados de Comercio (Corrientes 450)  a las 21 hs. Entrada General $80 pesos, afiliados sin cargo.

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