LA SEMILLA MANDIOCA: DOCUMENTAL DE ANIBAL ESMORIS

Audiovisuales
2 de septiembre de 2015

Anibal Esmoris, director y productor de la serie documental “Mandioca”, nos sumerge en su proyecto audiovisual y repasa una historia colmada de creatividad y valentía en la que Jorge Álvarez cambió el curso de la literatura y la música argentina.  

 

¿Qué se dijo?

Hacer nacer libros y discos / el concepto de recital / Jorge Alvarez y los otros fundadores / la cultura popular / de los suburbios al centro / la plata que sostiene el sueño. 

texto de Daiana Henderson

    Pudimos charlar con Aníbal Esmoris, responsable de la producción y dirección de la serie documental “Mandioca, la madre de los chicos”, que en 8 capítulos repasa el surgimiento y  evolución del primer sello de rock en castellano y se remonta a las proezas que como impulsor  cultural comandaba Jorge Alvarez. Él mismo, Javier Arroyuelo, Rafael López Sánchez y Pedro Pujó, cofundadores, nos cuentan en primera persona cómo se vivían aquellos días de convulsión donde un contexto social y político represivo provocó como contrapartida un inaudito nivel de manifestaciones contraculturales entre la década del 60 y del 70.

El documental ofrece también los testimonios de Mario Rabey (colaborador de Mandioca), Ricardo Soulé (guitarra y voz de Vox Dei), Pipo Lernoud (poeta y periodista), Daniel Ripoll (editor de la revista Pelo) y la artista plástica Marta Minujín, entre otros.

La diversidad de procedencias culturales de los entrevistados dan un indicio de cómo la efervescencia de la época hacía que artistas de distintas disciplinas se interesaran y se influenciaran unos a otros. Parte de eso fue propulsado por el mismo Jorge Álvarez, fallecido en julio de este año, que antes del surgimiento de Mandioca ya era una figura central en la cultura argentina por llevar adelante el sello editorial homónimo, en el cual debutaron escritores como Ricardo Piglia, David Viñas, Manuel Puig, Copi, Germán García, Noé Jitrik, Rodolfo Walsh, Juan José Saer y Quino, y muchos más.

“Juntaba a unos con otros, les hacía conocer la plástica, les incorporaba otros mundos… Jorge también es responsable del arte que se desarrolla en las tapas del rock. A los músicos les daba cosas a leer, les permitía crear y también a veces se metía… Algunas palabras, algunas canciones diría que directamente son de él” dice Esmoris.

“Mandioca fue en proyecto amplio en sus orígenes que quería construir un espacio físico de la contracultura en nuestro país. Empieza siendo una editora de posters, cuando no existían ni siquiera en las revistas, ellos editaban posters con imágenes que iban desde Chaplin hasta las hermanas Pons (..) Estos locos pretendieron comprar San Telmo, que en ese momento era una ruina, un barrio olvidado de la ciudad, y transformarlo en un polo contracultural".

Javier Arroyuelo, Rafael López Sánchez y Pedro Pujó eran apenas unos adolescentes de no más de 17 años cuando se acercaron por primera vez a Álvarez para hacerle una entrevista en una revista que hacían circular de mano en mano, entre colegios secundarios. No pasaría mucho tiempo para que dieran inicio a “Mandioca. La madre de los chicos” y empezaran a editar discos que se transformarían con el tiempo en clásicos para la historia del rock nacional.

Álvarez se jacta en el documental de haber dado lugar a todos aquellos músicos que las grandes discográficas no se atrevían o no se interesaban en grabar. Lo cierto es que, tanto en su proyecto editorial como discográfico, fue un visionario: “No sólo fue el hecho de que vieran la luz las mejores bandas del inicio del rock —Manal, Almendra, Tanguito, Moris, Los Brujos, Los abuelos de la nada, Billy Bond y La Pesada—, además, en esos albores de los 60, fue también crear por primera vez el concepto de recital. Hasta ese momento estas bandas tocaban en clubes, en bailes de carnaval. El concepto de recital de rock no existía aquí, ellos también crearon eso” nos cuenta Aníbal Esmoris, y sigue: “El primer recital se hace justamente en el teatro Apolo para presentar el sello Mandioca, donde tocan Manal, Cristina Platé y Miguel Abuelo.”

“Luego llega la dictadura de Onganía, bastante dura sobre todo para la contracultura, los pelos largos, y empieza a generarse ese proceso muy doloroso que luego vivimos todos los argentinos que se fue exacerbando. En ese proceso, los rockeros también pusieron sus cuerpos allí, era algo muy visible para ser atacado: mientras que el militante político se disfrazaba o se ocultaba detrás de algo para que no lo reconozcan, el rockero contrariamente expresaba su libertad de una manera muy abierta y era muy visible para las fuerzas de seguridad.”

“Entonces empezaron a hacer recitales los domingos a las 11 de la mañana, porque de esa manera, a plena luz del día, como el público era un público adolescente, rondando los 18-20 años, era una manera de hacerlo público y que no vinieran masivamente a llevarse a los pibes.”

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