Bernardo Maison
Con un rastro de fulgor y convencimiento en la mirada, los ex-integrantes de Cucaño, le cuentan al realizador Mario Piazza cómo fue esa experiencia de arte performático (1979-1982) que más de una vez le arruinó el asado a la sociedad rosarina conservadora y gris de fines de la dictadura. Ya cincuentones, quienes constituyeron el grupo que apelaba a la música, el teatro, o la poesía (nada en particular y todo a la vez) rememoran en el documental Acha Acha Cucaracha -la vuelta a la pantalla del realizador luego de once años-, de qué se trataba esa cruza de desparpajo, lecturas programáticas (Lautremont, Artaud, Freud), y ganas de revelarse ante lo establecido con el que incendiaron sus días de juventud.
“Libertad total a la imaginación”, o “Por una hora menos de sueño” eran algunos de los estandartes que enarbolaba el grupo. “Tenían una dedicación completa, era una militancia la que tenían en Cucaño”, dice Piazza. “Hace unos siete años que empecé con la película pero la génesis viene de treinta y cinco años atrás cuando uno compartía la ciudad y el momento con Cucaño”.
“¿Pero cómo, no molestaban tanto? ¿La policía no los buscó después de hacer la intervención de la iglesia?" le pregunto por mensaje al ex Cucaño Osvaldo Aguirre, ya que no deja de llamarme la atención que esa intervención disolvente en plena misa de once del domingo no haya terminado mal. “Sí, después de la iglesia la policía detuvo a Giampietro y al Marinero, los tuvieron unas horas y los largaron. Estaba también de por medio la militancia política clandestina”, me dice él.
En esa intervención de la Iglesia Nuestra Señora del Carmen (Pellegrini y Paraguay), –la última de aquel periodo aunque luego hubo otras acciones y retornos de Cucaño–, ocho personajes fueron irrumpiendo en la misa y desplegaron distintos roles influenciados por una “intensa lectura de "Los cantos de Maldoror", de Lautréamont”, que dejaron confundidos y asustados a los feligreses.
Según dice una nota del propio Aguirre en el Suplemento Señales de La Capital, entre las acciones de Cucaño se cuentan también un viaje en 1981 al Festival Anti Pro AlterArte (San Pablo) con el TIT Buenos Aires, el TIT San Pablo, el grupo de cine alemán Novíssimo y Viajou Sem Passaporte. Allí montaron la intervención "La peste", en la Plaza de la República, "que consistía en simular los síntomas de un extraño mal, que convertía a los enfermos en babosas. La gente presente en el lugar creyó que se trataba de una intoxicación provocada por la comida que vendían en unos puestos ambulantes; y mientras el pánico se generalizaba, ambulancias y patrulleros policiales llegaron para ocuparse de los enfermos. Al ser trasladados a un hospital, los actores se descubrieron como tales".
Otras fueron "Las Brujas: dos meses de surrealismo y transgresión", que incluyó acciones e intervenciones ("Tragedia en la peatonal", en calle Córdoba; "La navaja en el sueño", hecho teatral; "Repulsión", un "experimento plástico", entre otras), y en diciembre de 1981 participaron de "La segunda muestra de teatro rosarino", en la sala Mateo Booz, donde Cucaño presentó "La insurrección de las liendres (poema épico)", parodia de la toma del palacio de invierno en Rusia”.
Piazza dice que al realizar su documental “quería participar y adueñarse de la propuesta de Cucaño”, eso de “proferir un grito de rebeldía ante la imposición de formas oscuras impuestas por el sistema opaco” de la época.
Con este tipo de acciones que montaban en distintos espacios, junto a obras de teatro que rompían con las formas clásicas, publicaciones gráficas y los eventos que realizaban en la casa de calle Entre Ríos al 300, el grupo dejó una marca en la historia del arte de la ciudad. Guillermo Giampietro (Anuro Gauna), Carlos Ghioldi (Pepitito Esquizo), Miguel Bugni (McPhantom), Daniel Canale (Marinero Turco), Mariano Guzmán (Piojo Abelardo), Luis Alfonso (Gordoloui), Guillermo Ghioldi (Lechuguino Maco), Graciela Simeoni (Pandora), Fabián Bugni, Juan Aguzzi (Hermano Juan), Daniel Kocijancic (Hachero Centroamericano) y Marcelo Roma (Pan de Leche), entre otros, eran los integrantes de la experiencia Cucaño.
Piazza dice que al realizar su documental “quería participar y adueñarse de la propuesta”, eso de “proferir un grito de rebeldía ante la imposición de formas oscuras impuestas por el sistema opaco” de la época. Aquellos veinteañeros se reconvirtieron con el tiempo en hombres y mujeres que mantuvieron sus inquietudes artísticas, políticas o sociales en distintas actividades. “Ninguno de los Cucaños reniega de ese pasado juvenil rebelde, sino que lo continúan de distintas maneras”, nos dice el realizador que comenzó a mostrar sus trabajos en 1978 con el film "Sueño para un oficinista”.
Otros de los trabajos audiovisuales de Piazza son "Historia de un pintor " (1980, Súper 8, ficción, 20 min.), "Savoy" (1980, Súper 8, documental, 18 min.), "Papá Gringo" (1983, Súper 8, documental, 22 min.) y mas acá en el tiempo "Cachilo, el poeta de los muros" (1999/2000, video, doc., 60 min.) y "Madres con ruedas" (2006, video digital, doc., 70 min.)
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