Por Bernado Maison (Perry) y Maite Acosta
Fotos de Guillermo Turín Botello
Aimé Fehleisen es performer, actriz y docente en la cátedra posporno de la Universidad Nacional de Rosario. “Hechuras Espesas”, su performance-instalación, forma parte de la muestra “Entre Registro y Acción” que junto a otras tres obras puede verse hasta el 6 de agosto en el Centro de Expresiones Contemporaneas (Sargento Cabral y el rio). Este viernes a las 19 hs será el último ensayo abierto del trabajo en el que busca “habitar una especie de fantasía monstruosa” al entrar desnuda en contacto con las pieles de los tapados (algunos sintéticos) suspendidos en el aire.
Estos cobijos colgantes al activarse por la performer se convierten en “criaturas y monstruos que intentan escaparse de algo”. Fehleisen arremete contra el imaginario existente sobre el cuerpo de las mujeres, la sexualidad, y los discursos de la salud y la moda y también habilita el suyo. “Yo soy gorda. Me hicieron pasar mal toda mi existencia por ser así. Me deben una vida, como dirían Nicolás Cuello y Laura Contreras. Gracias a las lecturas de la cátedra posporno más otras lecturas personales, me di cuenta que me encanta ser gorda y que siempre me resultó súper horrible que en lo escénico no hubiera cuerpos gordes. Siempre son cuerpos hegemóniques”, dice Fehleisen. “Yo trabajo desde poner en jaque esa representación del cuerpo que hay en la historia del arte en general, en lo escénico, contemporáneo, plástico, cinematográfico”.
Egresada en 2011 de la Esc. Prov. de Teatro N° 3013, la artista realiza desde 2016 clínica de obra con el artista-performer y docente Mauro Guzmán, su director en Teorema de los balbuceos, obra que también se presenta en el CEC y tiene en su elenco –además de Fehleisen- a Germán Gentile y Mauro Chine. En su formación en el universo performático y de la actuación Aimé cursó talleres con Vivi Tellas, Belén Romero Gunset, Nicanor Roses (NL),Ruth Vigueras Bravo (MX), entre otres. Otras de las piezas en las que fue performer son “Torta de Datos” de Belén Romero Gunset para la Quincena del Arte de Rosario en 2019; “Young Boy Dancing Group” en Galería La Toma en 2019 y “Framing Intimacy” de Nicanor Roses, en Marzo de 2021 en Desmayo Galería.
“En la obra aparece la cuestión del esconderme porque viví mucho tiempo escondida y superfóbica, como un montón de personas que la pasan mal. Esto es como una especie de emancipación. Y la idea de los tapados (de piel) nace de lugar muy intuitivo. Yo abordo mi corporalidad como otro material más, así como agarro papel, piel sintética, bueno…mi cuerpo. No desde un lugar sagrado, no desde esa cosa de templo inmaculado sino todo lo contrario: materia, grasa, piel hueso, sangre. La industria de salud y de la moda son dos grandes pilares que contribuyeron a domesticar nuestras corporalidades y a volvernos aparatos funcionales de un sistema en los que no le damos mucho lugar al goce y a la fantasía, entonces juego con esos imaginarios, con las historias de todas las mujeres que me han donado esos tapados, señoras muertas, señoras en las que no me quiero convertir, señoras encerradas. Hemos sido educadas en esta idea, de estar siempre hermosas y siempre a disposición de les otres”.
Ante la pregunta sobre definirse como performer, actriz o las dos cosas, ella misma dice ser un monstruo de esas dos y diferencia el trabajo entre ser performer y actriz. “Los diferencio más que nada porque no es lo mismo hacer teatro, hay un teatro por ahí un poco más tradicional y hay ciertas diferencias. De todas formas creo que con ser performer basta, porque también soy partidaria de que ya siendo Siglo XXI dejar de hablar de disciplinas y separarlas. Me parece que estamos en un momento hace bastante de campos expandidos. Prefiero hablar más de zonas de experiencia y creo que ser performer es mucho más amigue de eso que ser actriz. Lo de ser actriz me lleva a un lugar que por lo menos yo ahora no estoy habitando, estoy mucho más corrida, pero mi formación es por hacer teatro de muy chiquitita”.
Perry: —El término performer a las actrices también quizás les queda bien porque dentro del teatro llamado “tradicional” o lo que nosotros imaginamos cuando pensamos en una actriz también hay una cuestión performática, pero no sé si a los performers le queda bien el término actriz, ¿no?
Exacto, en el teatro vos trabajás con el como sí y representás, en la performance no representás, en la performance en todo caso trabajás con tu primera persona, depende desde el lugar donde te pares a hacer performance, por eso a mí me encanta trabajar justamente en este campo, porque es súper vasto y súper abierto. De hecho yo a veces sí juego con esas cuestiones, hago una utilización de la teatralidad, pero justamente no hago "como si", sino que lo hago, la performance parte de la acción, se relaciona con el teatro porque en el teatro también la base es la acción, para mí son como primos hermanos, falsos enemigos. De un lado y del otro siempre hay como mucho prejuicio y creo que ya es hora de abandonar todo eso, pensarlo como realizaciones escénicas me parece lo más atinado.
Maite: —Y pensarlo en el contexto del arte contemporáneo ¿Cómo se cruza ahí lo escénico, la instalación performática y también lo objetual?
"Hechuras espesas" es una performance-instalación. Está construida con tapados de
piel sintética y algunos tapados de piel que me han regalado, entonces hay como un juego a partir del vínculo de mi cuerpo con esas esas materialidades, cuando se activa la performance consiste justamente en que soy yo escondida en uno de esos cobijos colgantes, suspendidos en el aire. La instalaciones es recorrible y lo que yo trato de generar es habilitar una especie de fantasía un poco monstruosa. De criaturas y monstruos que intentan escaparse de algo.
Perry: —Las instalaciones son obras de arte que están ahí, que uno las puede ver y recorrer pero no está el artista en la escena, no está el performer y en un momento sí entra en escena. ¿Recomendás mirarla de las dos maneras o no acercarse a la obra cuando no está en movimiento?
Recomiendo que la vean de todas formas, es lo que más me interesa, que la vean desactivada genera otra cosa la instalación, con los objetos suspendidos y la quietud y después genera otra cosa muy distinta cuando un cuerpo la modifica. Es divertido esa multiplicidad de vistas. La instalación sola con un montón de objetos, esos cobijos confeccionados con tapados, es como una avalancha de posibles objetos imaginarios.
Maite: — ¿Qué pasa con el encierro, la afixia? ¿Cómo se resignifica la obra en este contexto en particular aunque ya tiene unos años desde el estreno?.
Se potencia mucho más, la obra estrenó en 2018. En lo escénico la respiración y la mirada son las que ordenan. La respiración es la asfixia y el encierro me nubla. Son los dos elementos de lo escénico que se expanden a través del vínculo de mi piel con esas otras pieles. Ese encierro se resignifica ahora, de hecho esta obra yo suelo hacerla en espacios abiertos, en paisajes, y me camuflo, es algo que ahora no pude hacer, entonces se empieza a ver otra predisposición de los espectadores, hay como más ganas, hubo mucha gente que me dijo "uy, lo que hacía que no veía a alguien poner el cuerpo, transpirar, a alguien moverse". A mí me interesa muchísimo generar eso porque creo que estamos inmersos en un cotidiano de mucha productividad en el que no nos detenemos a observar, a respirar, a mirar. Me interesa generar con mi obra eso, el famoso aquí y ahora, ese presente y habilitar un ratito de fantasía.
Perry: — ¿En la Carrera de Teatro había un cúmulo de aprendizajes o de conocimientos que tienen que ver con lo que hacés ahora, con la performance o dónde lo buscaste? Desde 2011 en que egresaste ya pasaron diez años de trabajo ligada a la performance ¿Te formaste en Roosario o tuviste que irte afuera?
Qué loco, no había caído que ya pasaron diez años. En esa escuela, que la quiero muchísimo, recibí una formación mucho más tradicional. De un teatro más ortodoxo, tuve alguna docente por ahí más corrida como Lardi Vignoli (N de R: Adriana Vignoli, docente, artista y escenógrafa fallecida en 2013). Ella nos daba escultura y objeto, fue quien me otorgó una visión más abierta de los escénico, a partir de eso empecé a investigar con otros profes, pero el vínculo con el arte contemporáneo lo empiezo a desarrollar en las clínicas de Mauro Guzmán, después estudié con mi Vivi Tellas, biodrama. Soy bastante ñoña y cada proceso de obra lo acompaño con un espacio formativo, en el espacio de clínicas de Mauro Guzmán encontré justamente esa veta para trabajar el vínculo de lo escénico con esto otro.
Perry: —Mauro Guzmán se ha convertido en la Marina Abramovic de Rosario…(Risas), él está explorando mucho la performance, claro. ¿Y en tu camada de actrices, de actores, de performers consideraban que había una tradición, una escuela o es algo nuevo? ¿Cómo se entronca o no con la institución, con la escuela de teatro local?
Con Mauro hace unos años damos un programa de formación en performance porque nos parece que en los espacios más establecidos de formación todavía sigue estando todo muy cerrado, con una lógica muy disciplinar. Cuesta mucho que se genere ese corrimiento de las disciplinas, no digo que no exista pero desde mi experiencia, formándome en esa escuela por ejemplo no me habían hablado de teatro post-dramático, a mí esa información me llegó tarde, parece ahora que es el boom de la performance pero existe desde los 60, no estamos descubriendo ninguna pólvora, solamente que los campos empezaron a expandirse demasiado, lo cual me encanta. Esa expansión que se genera en el campo de la práctica está bueno que se genere en el campo de la formación. En ese sentido el espacio que brinda Mauro es súper útil porque también su forma de elaborar es intuitiva, tiene una pata en lo académico y en lo teórico pero no se queda solo ahí.
Perry: —He visto obras de teatro que se hacen en salas y que tienen una actitud muy performática, o inclusive los elencos las describen de esa manera, pero sino pareciera que el hábitat natural de la performance es el del arte contemporáneo.
Sí, por eso todavía está todo muy ligado a esas especialidades. También me parece que hay que estudiar mucho, yo soy muy amiga de investigar. Hay una corriente que por ahí se pone una bolsa de nylon en la cabeza y flashean que están haciendo performance.
Maite: —Quería enmarcar todo el trabajo performático con lo que viene pasando en el ámbito académico en cátedra posporno (cátedra optativa Posporno, cuerpo y obra en deconstrucción de la Escuela de Bellas Artes y el Programa Universitario de Diversidad Sexual de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR).
La cátedra de posporno va por su cuarto año, yo ahora estoy ahí como colaboradora, pero en 2018 la cursé y fue un espacio súper importante para esta obra, el proceso de “Hechuras Espesas” fue acompañado en mi cursada de esa materia, justamente acompañado de desde el campo teórico. En esa cátedra se abordan teorías y filosofías queer y posporno, que básicamente es post ya que viene después del porno mainstream, viene a proponer otra forma de pensar las corporalidades, las sexualidades, no tiene esta lógica capitalista del porno mainstream de producir y de llegar a la eyaculación masculina, porque aparte el porno mainstream siempre está pensado en su gran mayoría para para consumidores heterosis, entonces el posporno viene a correrse de ese lugar, y lo corre también desde la práctica, lo cual es súper interesante porque no son grandes productoras montando estas piezas, sino que es el do it yourself, hazlo tú mismo, o sea, son grupos autogestivos. Acá en este caso soy yo sola con unos tapados pasándola bien, lo que busca el posporno es generar un goce estético.
Perry: — ¿El posporno está ligado al arte o es también la persona común filmándose un videíto y subido a la red?
Sí, cualquiera puede hacerlo, más ahora que todes tenemos cámaras, no es algo intrínseco de las artes, eso es interesante del posporno, que abarca un montón de aspectos y espectros, de hecho a la cátedra la puede cursar cualquier persona, el Programa Universitario de Diversidad Sexual casi siempre en sus propuestas genera ese intercambio, hay gente que viene de Letras o de abogacía y después termina produciendo obra posporno.
Perry: — ¿El posporno arranca desde adentro de la industria con corrientes alternativas o es una mirada que ejerce el mundo del arte?
El posporno nace de las hacedoras, de actrices porno que se cansan de que las exploten y agarran la cámara y se ponen a laburar, es más o menos en los 80 o un poquito antes. Y de grupos activistas, el posporno está muy ligado al activismo queer, a las disidencias. Y después sí…hay gente que empezó a verle la veta, hay productoras hoy en día. Es algo que viene hace mil. Las teorías de género han ayudado un montón, porque también la performatividad del género viene acompañada de estas cuestiones, es decir, "che yo no encajo con ese porno que me venden, que tengo que ver, a mí me genera placer otra cosa". Y por qué voy a esperar que lo haga la cadena famosa de pornografía, lo voy a hacer yo. Y lo voy a hacer yo para pasarla bien yo y si otro la pasa bien conmigo, genial. Eso es lo que propone. Paul Preciado fue una de las personas que allanó bastante ese camino, fue un nexo entre el posporno y el arte contemporáneo. Cuando esto ingresa al arte contemporáneo empiezan a teorizar “sobre”, pero el nacimiento no es académico, es justamente corrido de la academia.
Perry: — ¿Una acción que no queda registrada para consumo virtual o cómo artefacto cultural también es posporno?
No, no tiene que haber registro. Ahí se vincula también con la performance, hay performance que son tipo happening, suceden, eso depende mucho de la obra. Hay obras que no quieren registro y la comparten con cinco personas que vivieron esa experiencia. Tiene que ver con el criterio del artista.
Maite: — Volviendo al tema de los imaginarios y cómo se representa el cuerpo en el arte, cuántos tipos de cuerpos se nos han mostrado en las distintas obras a lo largo de los siglos, cómo empieza a ponerse en jaque qué tipo de cuerpo se puede exhibir.
La cátedra de posporno me ayudó justamente a poner en escena mi corporalidad. Yo soy gorda. Me hicieron pasarla mal. Me deben una vida, como dirían Nicolás Cuello y Laura Contreras. Me hicieron pasar mal toda mi existencia por ser así. Gracias a las lecturas de esa cátedra más otras lecturas personales me di cuenta que me encanta ser gorda y que siempre me resultó súper horrible que en lo escénico no hubiera cuerpos gordes. Siempre son cuerpos hegemóniques. Yo trabajo desde ahí, desde poner en jaque esa representación del cuerpo que hay en la historia del arte en general; escénico, contemporáneo, plástico, cinematográfico. Esta idea de lo bello, esta cuestión de la delgadez obligatoria. Entonces pongo en escena mi propia corporalidad que no entra en ningún talle único, generó cobijos que son grandes y en los que voy a entrar sí o sí.
Aparece la cuestión del esconderme porque viví mucho tiempo escondida y superfóbica como un montón de personas que la pasan mal. Esto esto es una especie de emancipación, es un gesto emancipatorio. Y la idea de los tapados nace de lugar muy intuitivo. Yo abordo mi corporalidad como otro material más, así como agarro papel, piel sintética, bueno… mi cuerpo, lo laburo de esa forma. No desde un lugar sagrado, no desde esa cosa de templo inmaculado sino todo lo contrario, materia, grasa, piel hueso, sangre. La industria de la salud y de la moda son dos grandes pilares que contribuyeron a domesticar nuestras corporalidades y a volvernos aparatos funcionales de un sistema en los que no le damos mucho lugar al goce y a la fantasía, entonces juego con esos imaginarios, con las historias de todas las mujeres que me han donado esos tapados, hay unas historias muy interesantes ahí, señoras muertas, señoras en las que no me quiero convertir, señoras encerradas. Hemos sido educadas en esta idea, de estar siempre hermosas y siempre a disposición de les otres.
Perry: —Pensando en el canon de belleza o la mirada de la belleza desde el arte ¿La propuesta del posporno, o de tu obra inserta en esa tradición, tiene que ver con erradicar esas ideas o construir otras imágenes de belleza y que podamos amigarnos con eso?
Ambas, ir en contra porque me cabe. Pero justamente habilitar otras formas, hay otras corporalidades. Hay otras formas de pasarlo bien, hay otras formas de autopercibirse. Es correrse de esos lugares, te puede calentar ver un árbol, no necesariamente un genital. Y está la cuestión de poder ver poesía y metáfora en cuestiones de lo cotidiano, porque yo trabajo también desde ese lugar. En generar otras imágenes.
Escuchá la entrevista a Aimé Fehleisen