“Salvataje o Panegírico”, ¿Salvataje y Panegírico? Nicolás Biolatto trae a casa todo de nuevo y lo vuelve instalación. “Me hundo, me abandono” canta Gabo Ferro en Tapado de piel. Y la piel sobre la que los nadadores de Biolatto siguen aprendiendo a nadar son viejas telas (“tendillos”) que su abuelo usaba una y otra y otra vez para amasar en su panadería. “Una especie de Santo Sudario”, dice él y lo resucita.
Las piezas gráficas que eligió, luego dibujadas y bordadas en las telas -o en las filminas que flotan en el tanque de agua-, provienen de la versión enciclopédica de fines del siglo XX, y ofrecen las posiciones correctas en la coreografía de la natación.
“¿Nadadores? Amor por la ilustración; es más: por la ilustración de manual: dibujos de posiciones que no son sexuales: tutorial que desde unas hojas secas propone el aprendizaje de los modos de moverse (de moverse del mejor modo) en el agua. Desde un tiempo pasado, de un modo que nadie vería como dispositivo didáctico hoy, emergen estas hojas que más que representar cuerpos son esquemas, máquinas de movimiento para poder moverse y no morir (ahogado) en un río o en un mar (se puede morir ahogado en un tanque)”, referencia Roberto Echen en el texto curatorial en el que también introduce su reflexión sobre los límites y/o posibilidades de los géneros masculino/femenino.
“Bordar, poner brillantina. Bordar con hilos metálicos (dorados, cobrizos, de colores), por supuesto. Pensando en nadadores con cuerpos de nadadores. Todo esto hecho por alguien que pertenece al género masculino. Mi mamá y mi abuela dudarían (mucho). Sin embargo. Lo que ocurre es que seguramente el concepto de género no es pertinente a la hora de abordar (como espectador o lo que fuere) esta producción. La construcción de Nicolás Biolatto no tiene género. O, en todo caso, no se define desde el género (probablemente no hay arte que acepte una restricción tal, pero este seguro es el caso). Mejor. Se produce mucho más acá de la emergencia del género”.
Desde el pueblo santafesino de Las Petacas –“donde la bota se frunce” dice él con ojo costurero – Nicolás Biolatto llegó a Rosario a cursar en la Facultad de Arquitectura, pasó por la danza clásica en la Escuela Larrechea y posteriormente se preparó en escenografía y vestuario en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. Allí terminó trabajando para distintas obras. Entre sus trabajos más importantes se cuentan el diseñó y coordinación del vestuario del ballet La Cenicienta de Vicente Nebrada para la puesta en escena realizada por el ballet del Teatro Argentino de La Plata en 2014 y 2015, y en –por qué no- la confección de los vestuarios en la Gala de Clásico en “Bailando por un Sueño”.
En marzo de este año empezó a mostrar su producción con la instalación “Hexagrama 22” en la muestra colectiva, “siempre es tiempo de ser emergentes” del Centro de Expresiones Contemporáneas de Rosario junto a otros artistas locales. Y sobre esa llegada al campo de las muestras nos dijo: “Siempre estuve vinculado con gente de las bellas artes y el mundo más contemporáneo, y siempre me gustó, es un campo que no tiene un límite, ni una entrada, ni una pauta o forma de ser, entonces creo que es mundo libre y de exploración amplio para trabajar”.

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