MUCHA (Y BUENA) MADERA

ARTE
1 de diciembre de 2016
Una de las esculturas de Fabián Rucco expuestas en el CC R Fontanarrosa

Por Bernardo Maison.

Fueron Litto Nebbia y Tanguito, en la década del sesenta, a través de su metáfora de construcción de una La Balsa, y con toda una generación de jóvenes adherentes, quienes buscaban irse a naufragar a lugares de mayor libertad de la que sentían encontrar individual y socialmente en ese entonces. Pero para eso había que conseguir mucha madera. Y desde el primer verso -“maderos de fibras nobles”-, es Atahualpa Yupanqui quien logra expresar de modo magistral todo aquello de lo que fue testigo el árbol antes de ser guitarra. Desde el canto de pájaros y abejas hasta el temple afinado de noches, cielos, soles y “todas las cosas del monte, de los llanos y las sierras”.

Justamente, como dice el gran cantor, y como es fácil percibir ante su presencia, hay nobleza en la madera, en su entrega a la transformación que los hombres hacen de ella, y también en ese reposo asimilado y calmo en el que solemos encontrarla, entera o fragmentada, inserta en el paisaje natural.

“Yo agarro troncos, empiezo desde el tronco, o de pedazos de madera que voy juntando” dice el escultor Fabián Rucco vía telefónica desde la Florida, en la zona norte de Rosario. Pero “el material está después de la idea. Nace la idea y después la búsqueda del material”. Allí, en el fondo de su casa, lo suficientemente separado como para no molestar, Rucco tiene su taller personal en el que trabaja sus esculturas y en el que da clases una vez a la semana. Ese paisaje cotidiano está compuesto de distintas vetas de madera, las herramientas necesarias para realizar cada paso específico, y ese olor tan particular producto del encuentro de materiales y su mano. “Está cada vez más lindo el taller. Está bueno tener el taller en la casa propia. Siempre lo soñé y hace unos años lo logré”.

El artista rosarino conversó en La columna de Maite sobre su exposición que puede visitarse hasta el 18 de diciembre, con entrada gratuita, en el Centro Cultural “Roberto Fontanarrosa”, en donde reunió una serie de esculturas, la mayoría de ellas construidas a través de la talla en madera, y en combinación con otros procedimientos y materiales, como la chapa, el hierro, y elementos reciclados, a modo de ensamblado o collage. 

Entre los personajes y temas que trata en sus obras vemos distintos elementos del ecosistema del río Paraná (peces, remos, canoas), varios matices del juego infantil (niños que esperan que pare la lluvia para salir a jugar a la pelota, u otros que juegan a las escondidas) e imágenes de cuerpos femeninos con una carga conceptual “más profunda”.

Diego Rivera, escultura de F Rucco.

Según cuenta, su relación con la madera y los demás materiales se remonta de modo consiente a sus días en la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario, de la que egresó como Licenciado en Bellas Artes con especialidad en escultura. Fue al tener que hacer un “trabajo” práctico que eligió a la madera y desde ahí descubrió un mundo nuevo. “Fue un amor, una cosa extraña. Siempre me había gustado la madera pero sin saber todo lo que podía hacer con ella. No venia de ese palo, ni tampoco mi familia”.

“Y la experiencia te la dan los años de trabajo”, dice. “Aprender a dialogar con el material, porque el diálogo con el material significa convivir con él. No tiene que haber una lucha golpe a golpe para doblegarlo, tiene que haber una convivencia entre el artista y el material. Tiene que aprender a conocerlo y saber cómo tratarlo”, piensa ahora, reflexivo.

“Yo me siento influenciado por el río, verlo, nadarlo, tirarme o navegarlo, el río es la ciudad misma. La cotidianidad del pescador, el isleño, hay un tema tan profundo con el río”. Y recuerda: “Cuando era chico mi papá siempre me decía ojo los remolinos, ojo los remolinos. Me quedó tanto en la cabeza esa frese que mucha de mi obra trata de estos botes revueltos por el río, erosionados por el agua”.

Rucco, quien se dedica desde 1997 a la talla sobre madera y piedra, las cuales, en ciertas ocasiones combina con otros materiales (también resina poliéster y metal) hace más de quince años que expone individual y colectivamente en Museos, Centros Culturales y Galerías de arte y fue seleccionado para participar en Simposios, Bienales y Concursos Internacionales de Escultura, en Europa, Oriente y América Latina, lo que lo llevó a obtener importantes premios y distinciones.

Rucco tiene más de 30 obras suyas emplazadas en espacios públicos de ciudades como Argentina, Alemania, Chile, Dinamarca, España, Francia, Holanda, Japón, Lituania, Perú, Tailandia y Uruguay.

Respecto a las obras relacionadas a los juegos infantiles, Rucco dice que “está planteada con cierta ironía” ya que “la idea es dejar pensando al espectador”, y sobre aquellas otras que tienes una carga más espesa, como las de los cuerpos femeninos, comenta:  “Lo mío trata mucho sobre las problemáticas sociales, e individuales también. Son obras que uno necesita sacarse de adentro, con cada obra cuento un pedacito de mi vida y por eso creo que trabajo con tanta pasión, dedicación y responsabilidad en la obra. Materializo algún sentimiento, un hecho individual o social, para que el espectador se siente atraído e identificado, conmovido”.

Hasta que la forma venga

“En los comienzos de mi trabajo pagué el derecho de piso” –dice riendo– Hice toda una obra con el hacha porque no sabía sobre el uso de las otras herramientas. No tenía nada, tenía idea de que se trabajaba con el hacha y un formón, muy viejo y pesado, y me rompí la espalda haciendo una obra, y bueno, con las herramientas adecuadas hubiese hecho algo mejor”.

Cuando le preguntamos sobre la inauguración del proceso de trabajo en la madera que realiza hoy en día, con más experiencia a cuestas, nos explicó: “La primera herramienta es la motosierra para hacer el desbaste del material sobrante, y después el trabajo fino se hace a mano con la masa y el formón, o la gubia, y trabajo con moladoras y pulidoras”. Ese desenvolvimiento suyo en relación a los materiales también depende de si la obra será para el espacio público o para un museo, de si será de gran tamaño o más pequeña. Si trabaja sobre la idea de esculturas de gran tamaño, que suele hacer para concursar en algún país del exterior, dice que “generalmente” realiza maquetas talladas en el material en el que va a construir la original y con un grado de exactitud en la expresión del ciento por ciento. En cambio, cuando tiene el tiempo de ir avanzando en su taller sobre las esculturas “que nadie está preparado a recibir hasta que yo la termine”, se “la juega directamente”.

Al día de hoy Rucco tiene más de 30 obras suyas emplazadas en espacios públicos de ciudades como Argentina, Alemania, Chile, Dinamarca, España, Francia, Holanda, Japón, Lituania, Perú, Tailandia y Uruguay. “Hace 8 años ininterrumpidos que viajo a Europa, y en argentina participo de varios encuentros de escultores –aunque dice que la Bienal de Resistencia es una cuenta pendiente–.  “El tipo de figuración que manejo para una obra que será pública, que va a la intemperie, es más marcado, porque me interesa que la obra se entienda al paso. Tiene otro nivel de expresionismo. Es distinto de la obra para el museo donde uno se sienta y tiene más tiempo para mirar. Está pensada dependiendo donde va a estar ubicada. Me interesa muchísimo que el espectador entienda la obra, la obra supuestamente solo para entendidos es totalmente ficticia, por eso utilizo la figuración, porque me interesa que se capte el mensaje”.

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