
"El acto lento y paciente de dibujar y medir el tiempo con dibujos tejidos del mundo vegetal y la pura abstracción. Recuperar y perder el tiempo. Dibujar para no pensar en algunas cosas y sí en otras. Dibujar para no extrañar. Dibujos conformados con estructuras básicas que se repiten hasta el infinito: líneas, círculos y puntos volcados en horas, días y meses. Dibujos realizados a puerta cerrada, sin observación del natural, dibujos de interior", dice Maximiliano Rossini.
De visita en La columna de Maite, el artista cuya obra se haya en colecciones privadas del país y el exterior, conversó sobre varios aspectos de su producción comprendida por dibujos, fotografias y videos.
"En un momento de mi vida decidí muy conscientemente dedicarle tiempo al dibujo, algo que yo había hecho toda mi vida. Tengo el recuerdo de yo dibujando, yo llenando las horas, dedicándole con mi cuerpo y mi alma a dibujar", dice Maxi. "Me parece que es un acto de instinto. Es muy fácil dibujar, en el sentido de ocupar un lugar, un tiempo y una hoja con el dibujo. Cuando empecé con esto de la obra, de producir y ser artista, empecé jugando un poco con la fotografía y el video, pero en un momento me decidí volver a la pieza única que tiene el dibujo y decidí sentarme a dibujar muchas horas (...) Pienso sistemas de dibujo, puede haber una técnica, puede ser puntillismo o algo naif. Lo que sí que en su momento yo decidí dibujar de una manera que me permita perdurar en el dibujo. En ese momento me angustiaba un poco y quería que no se termine el dibujo".

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