Casa Vanzo en Cochabamba 2010

El legado del artista plástico Julio Vanzo

ARTE
15 de marzo de 2022

Por Maite Acosta

El pasado 23 de febrero se realizó el acto de entrega de llaves por la culminación de las obras de restauración de la Casa Vanzo, el inmueble de Cochabamba 2010 donde funcionó el taller del reconocido artista Julio Vanzo y que será ahora Biblioteca, Centro de documentación y Archivo del Museo Juan B. Castagnino + Macro.

La remodelación del espacio destinado al resguardo, investigación y difusión de documentos fue posible a partir de un acuerdo entre la Municipalidad de Rosario, Banco Coinag y Construcciones Fundar. Casa Vanzo albergará más de 7 mil volúmenes y permitirá descomprimir la sede de Pellegrini y Oroño, institución que en el mes de septiembre cumple 85 años y arrastra problemas de mantenimiento y espacios aptos para el trabajo de las áreas técnicas de preservación y conservación.

Julio Vanzo es uno de los artistas más importantes de Rosario. Luego de dedicar toda su vida a las artes visuales dejó como legado pinturas, dibujos, grabados, murales e intervenciones arquitectónicas en edificios de la ciudad.

Nació en 1901 en una casa ubicada en calle España 828. Su padre Giusseppe Vanzo, también pintor, llegó a Argentina a fines del siglo XIX. La Rosario de principios de siglo pasado se encontraba en plena ebullición cultural, y en ese contexto Vanzo, desde muy joven, manifestó inquietudes artísticas ligadas al dibujo y a la pintura. Su formación en todas las áreas fue autodidacta, sus primeros trabajos estuvieron vinculados al diseño editorial, al dibujo publicitario y a las caricaturas.

Ávido de conocimiento, estudió material proveniente tanto de las tradiciones estéticas académicas como de lo que sucedía en su contemporaneidad. Se mantuvo cerca de revistas especializadas del exterior que venían de la mano de las nuevas corrientes estéticas europeas. Por este medio conoció las primeras vanguardias históricas como el cubismo, el futurismo, expresionismo y surrealismo. De todas ellas tomó información, investigó lo técnico, exploró lo expresivo y a partir de allí construyó un modo personal de trabajo.

Su primera muestra fue en 1919 en la galería Witcomb de Rosario. Entre 1919-1921, desarrolló las primeras experimentaciones que definieron a su obra como precursora del arte moderno de nuestra ciudad y del país. Siempre comprometido con su medio, desarrolló una obra cuya identidad estuvo anclada en el espacio cultural y en el momento en el que vivió.

“El pintor que sea capaz de sentir y comprender todo lo que el presente tiene de distinto del pasado, que viva y actúe al ritmo evolutivo que le impone la vida de hoy, si trabaja y pinta respondiendo a las reacciones del espíritu, la sensibilidad y el pensamiento puestos en el presente, es casi seguro que su obra será moderna. No es necesario entonces que los materiales, las motivaciones, el objeto, el tema catalizador de esa obra sea de ayer o de hoy para que su pintura sea moderna”, dice el artista en el libro Julio Vanzo de Julio Chiappini.

A lo largo de varias décadas visitó algunos asuntos de forma recurrente que funcionaron como excusa para generar nuevas experiencias desde el color y la forma. Para Vanzo eran un “pretexto valioso” las flores, los desnudos, los caballos, la ciudad, el campo y el tango. Al respecto decía “el tango es un pretexto excitante que me ha acompañado desde mi adolescencia hasta hoy, y ha marcado con intensidad todos los cambios de mi lenguaje, mi paleta y mi técnica. El motivo es el elemento generador de la forma.”

Siempre en actividad junto a referentes culturales de su época, compartió taller y muestras con Lucio Fontana y en la década del 30 acompañó la gestión de Hilarión Hernández Larguía al frente del Museo Municipal de Bellas Artes J.B. Castagnino.

Con su esposa Rosa Wernicke —autora de narrativa, poesía, ensayo y teatro, publicó la novela Las colinas del hambre en 1943— , vivió en una casa de calle Corrientes 626 y luego se mudaron a la de Cochabamba 2010. Esta casa contaba con un amplio y luminoso taller proyectado por el arquitecto Ermete De Lorenzi. Allí la pareja compartió sus últimos años de vida, hasta el fallecimiento de Vanzo en 1984. Esta propiedad quedó ahora como legado para la ciudad, así como muchas de sus obras y objetos personales que se hallaban en su interior. Una vez resuelto el juicio sucesorio que se extendió por varios años, el Municipio tomó posesión del inmueble en 2007 y desde entonces los proyectos culturales para este espacio fueron mutando.

Hoy “Casa Vanzo” espera ser un lugar que gestione la Biblioteca y fondos documentales del Museo Castagnino+Macro, además de ofrecerse como servicio público activo donde se conserve y facilite el acceso a la información a la comunidad. La iniciativa de reconversión del inmueble, impulsada y coordinada por el equipo de bibliotecarios, archivistas, investigadores y documentalistas del Museo Castagnino+Macro, tiene un alto grado de protección patrimonial, y espera poder ser habitado cerca de fin de año.

 

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