Daniel Andrino, Daniel Pagano, y Paulina Scheitlin son los responsables de Subsuelo, la galería de arte presentada en sociedad en septiembre pasado en Balcarce 238 de Rosario. El docente y director de la Escuela Municipal de Artes Plásticas Manuel Musto y el arquitecto y coleccionista de arte estuvieron en La Canción del País conversando sobre el nuevo espacio que desde su nacimiento se propuso “acompañar” a una serie de artistas provenientes entre la “vanguardia, lo histórico, y lo contemporáneo”.
La muestra colectiva con la que inauguraron el local contó con obras de todos esos nombres que en diferentes momentos “tendrán también sus muestras individuales”. Allí estaban Rodolfo Elizalde, César Baracca, Marina Gryciuk, Alicia Nakatsuka, Carla Colombo, Fabiana Sacnun, Gabriela Muzzio, Beatriz Trepat, Decur, Pipah, Romina Casile, y Osvaldo Boglione, más los artistas invitados de otras galerías; Max Cachimba (Darkhaus), Eladia Acevedo (Diego Obligado), Alejandra Tavolini (Gabelich Contemporáneo) y Daniel García (Estudio G)
Actualmente, hasta el 7 de diciembre se expone la muestra Reimpresiones de Osvaldo Boglione (Bigand 1936, Rosario 1996), una serie de “veinte grabados en chapas de metal que Osvaldo hizo entre 1986 y 1996, sus diez últimos años de vida”, junto a otros dibujos y collages que el artista llamaba "pinturitas". Este conjunto de obras no sólo nunca habían sido exhibidas hasta el momento, sino que eran desconocidas.
“Al lugar llegamos en noviembre del año pasado y era un deposito totalmente inundado y destruido”, nos contó Pagano en La columna de Maite. “Lo estuvimos acondicionando durante diez meses. Es un equipo maravilloso el que pudimos conformar y que se complementa todo el tiempo”, dijo Andrino. “Uno estaba acostumbrado al mundo del arte como visitante de las galerías. En una ciudad como Rosario que tuvo tantas galerías, que las dejó de tener y que ahora comenzó de nuevo con ese recorrido de espacios, porque este año se abrieron tres galerías en la ciudad”.
El equipo de Subsuelo: Daniel Pagano, Daniel Andrino y Paulina Scheitlin. Foto: M Conforti
Cuando los tres socios empezaron a proyectar una posible nómina de artistas para representar desde Subsuelo, se dieron cuenta que cada lista individual, al ser cotejada con la del compañero, “coincidía en un ochenta por ciento”.
“La selección fue consensuada entre los tres. La idea es que los artistas propongan de qué modo quieren exponer. Uno le va a dar un perfil a su galería. Y al principio vimos que era muy ecléctica porque hay ceramistas, ilustradores, pintores. Como galería se le ofrece un lugar para exponer al artista, con el mayor cuidado posible, y en función de eso pautamos un porcentaje de las ventas”, dijo Pagano. “En Rosario hay grupos de coleccionistas. La apuesta nuestra es cómo uno genera un nuevo coleccionista. Y todo lo que está en la galería lo tendríamos en nuestra colección. Nada es por pose. Es muy difícil generar el deseo en alguien si vos no tendrías esa obra en tu colección”, aportó Andrino.
Boglione, la primera muestra individual de Subsuelo
Reimpresiones contiene “veinte grabados de chapas en metal, que Osvaldo Boglione hizo entre 1986 y 1996, sus diez últimos años de vida. Él se dedicó a hacer grabados y dibujos en lápiz que llamaba pinturitas. Y esas chapas las conservaba Sergio, uno de sus hijos. Después de varias reuniones con él el proyecto se fue encausando” contó Pagano. Luego apareció en escena Alejandra Mansilla, profesora de la Escuela Musto y discípula de Osvaldo quien imprimió las matrices que su maestro había grabado pero no estampado. En su momento Mansilla finalizó la carrera de Bellas Artes en la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario con la Tesina "Producción artística y pedagógica de Osvaldo Mateo Boglione", editada después digitalmente por la Escuela Musto.
“Algunos de los grabados hubo que restaurarlos porque ya estaban oxidados, eso se hizo en el taller Tinta Brava de Carolina Cordisco”, contó Andrino. “Osvaldo tuvo una producción totalmente libre, él podía combinar lo prolijo y lo desprolijo y presentarlo de una manera tal que fuera realmente agradable. Trabajó también con materiales, no de poca calidad, pero sí muy sencillos. Por ahí agarraba una lata de aceite, la abría y trabajada con eso, entonces ese material, tiene una vida útil mucho más limitada que una chapa de hierro de dos milímetros de espesor”.
“Se encontraron chapas que tenían el deterioro lógico del metal, y el grabado en metal es muy particular porque uno no pude trabajar más que con líquidos, porque donde se interviene con algún material abrasivo se modifica el color y la línea. El hijo de Osvaldo las tenía preservadas pero algunas se perdieron. Creo que es un gran acto de amor democratizar el recuerdo de Osvaldo por parte de los hijos. Hacer que ojos nuevos las puedan ver hace que el olvido se demore mucho más”, opinó Andrino.
Collage de obras de Boglione
Guillermo Fantoni, investigador, docente, escritor y crítico de arte de vital importancia en la escena de la ciudad, escribió sobre Boglione que era “un artista laborioso” con “un dominio inusual sobre las técnicas y los materiales pero que necesariamente –de un modo compulsivo y audaz–, desandaba esos recursos y habilidades para hacer experiencias atrapantes.
Del creador “rebelde y transgresivo” dijo también: “Desde el comienzo de los años sesenta y hasta avanzados los noventa” (Boglione) produjo innumerables construcciones con maderas y metales, piezas instaladas y esculturas, dibujos y grabados con las técnicas más insólitas. Ahora, a muchos años de su muerte –y a partir de la recuperación de planchas que habilitaron nuevas impresiones–, se presenta, con verdadera devoción, un conjunto inédito de grabados. Experiencias volcadas en papeles donde la autobiografía y la mirada sobre el mundo, los sucesos cotidianos y las pasiones, afloran como marca indeleble de alguien que nos sigue hablando de cuestiones que suscitan y conmueven”.
Por su parte la Dra. en Historia del Arte Silvia Dolinko, dijo sobre Boglione en el texto “La edición contemporánea como rescate histórico” que “realizó estas matrices en chapas o aluminio de latas de productos comerciales, como aceite o leche en polvo, encontrados y reconvertidos por el artista –en una búsqueda sobre la materialidad que se podría asociar tanto a las indagaciones de los informalistas como a las de Antonio Berni– en su puesta en juego de una exploración gráfica altamente experimental”.
“La activación de estas matrices en estampas –papel, tinta y prensa mediante– echa luz sobre imágenes en matices del gris que, habiendo quedado en las sombras, hasta ahora habían sido invisibles”.
Vanguardia, en grupo y otras creaciones
Osvaldo Boglione fue parte activa de la generación artística de los años sesenta. En 1964 fundó el grupo "Taller" junto a Rubén Naranjo y Jaime Rippa, entre otros, desde donde investigaron los nuevos paradigmas contemporáneos. Al año siguiente fundó con Juan Grela el Centro del grabado de Rosario, el cual produjo carpetas gráficas, y en 1968 junto a toda la vanguardia de Rosario (Bortolotti, Carnevale, Elizalde, Escandell, Favario, Bonina, Ghilioni, Greiner, Lavarello, Maisonave, Naranjo, Puzzolo, Renzi y Rippa.), firmó el texto "Siempre es tiempo de no ser cómplices". Ese mismo año participó también del "Ciclo de arte experimental".
Osvaldo Boglione
En los años 80 fue parte del grupo "Azul" junto a Daniel Andrino, Mónica Calegari, Norberto D'Allesandro y Liliana Quinteros y desde 1984 hasta 1996 fue director de la escuela Musto. Allí, desde el Taller de Grabado, con los alumnos que trabajaban junto a él los sábados a la mañana, creó la primera Carpeta Gráfica de la institución en 1986.
Veinte años después, en la Carpeta n° 11 “Homenaje a Osvaldo Mateo Boglione” de 2016, la institución del sur rosarino presentó una compilación, constituida por piezas de los docentes y alumnos de los distintos talleres de este área. El ex director “implementó una pedagogía basada en la creación de una plataforma de aprendizaje de técnicas que posibiliten la reproducción de imágenes, instaurando líneas de investigación para el desarrollo de propuestas experimentales”, comentaron de él.
“Este repertorio numerado de trabajos recuperaba iniciativas y tradiciones. En primer lugar, la comenzada en 1958 por Emilio Ellena, estadístico, profesor universitario, coleccionista y editor de arte quien, hasta 1967, forjó una colección de carpetas de estampas de distintos autores, muchos de ellos santafesinos. Así selló a nivel nacional la primera etapa en el proceso de rescate de la gráfica argentina en el siglo XX”.
“También en su obra, Boglione había incorporado esta táctica editorial publicando carpetas gráficas. Primero junto con su esposa Mónica Calegari, con quien se embarcó en esta tarea desde 1978, y luego como integrante del Grupo Azul, que se formó en 1980 y estuvo en vigencia hasta 1983. Entre 1986 y 1987 La Musto emprendió la realización de ocho carpetas; luego hubo un período de suspenso hasta que en 2005 se retomaron las actividades del Área Gráfica. En 2007 y 2009 se hicieron dos nuevas tiradas”.
La columna de Maite | Escuchá la entrevista
a los responsables de Galeria Subsuelo